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Por José Luis Velayos, Catedrático Honorario de Anatomía y Neuroanatomía de la Universidad de Navarra. Catedrático Honorario de Neuroanatomía de la USP CEU. Fue Catedrático de Anatomía en la Universidad Autónoma de Madrid. Recibido el 31 de Diciembre de 2018.

El alcohol, tomado de modo abusivo, o en la infancia (los niños son especialmente vulnerables), o en situaciones no saludables, es dañino; daños que se manifiestan en el ámbito orgánico, comportamental, mental y neural. Induce un estado de inhibición neuroquímica cerebral, parecido al de los somníferos, con un potencial adictivo similar.

El consumo abusivo de tabaco crea adicción. Es un producto  procedente de las hojas de Nicotiana tabacum. Su uso se extendió desde América a Europa a raíz del descubrimiento del Nuevo Mundo. Entre las sustancias que lo componen, se encuentra la nicotina, elemento altamente adictivo.

La marihuana (cannabis) se consume sola o mezclada con tabaco (porro). El hachís, que es resina concentrada de cannabis, se acostumbra a mezclarlo con tabaco o con marihuana, denominándose porro «trifásico, «ensalada», «pantalón de milico», «paradoja», «ropa vieja», «blanco y negro». Se lía con papel de fumar, o con papel de arroz, celulosa u otros derivados vegetales; algunos usan papel de periódico, tickets de transporte, etc.; también existen los papeles de cigarros llamados blunt, con una gran variedad de sabores y por tanto de efectos.

Se consumen además porros de tabaco mezclado con cocaína pura (PBC, pasta base); en el argot al uso, «canutos», «chinos», «nevaditos», «punticas», «marcianos», «pecosos», «angelitos», «primos», «maduros con queso», «nevados», «petas», «petardos», etc.

El consumo de cannabis y hachís lleva aparejadas graves alteraciones mentales, como la esquizofrenia de origen químico, que provoca, entre otros síntomas, alucinaciones, delirios, trastornos de pensamiento, trastornos de movimiento.

Según los expertos, actualmente en España se consume más cocaína que hachís. Y hay que añadir el consumo de drogas de diseño, que dañan tanto o más que las drogas más conocidas.

Un consumo esporádico puede desencadenar disturbios mentales en los propensos, ya predispuestos, personas vulnerables, como los jóvenes, los que sufren trastornos de ansiedad, depresión o esquizofrenia, quienes viven en un entorno de inestabilidad. No es inocua la simple toma de una droga, aunque se piense que nunca más se probará: según los neurólogos, cuando la droga entra en el organismo, se imprime una marca en el sistema nervioso.

Todas las drogas afectan al sistema nervioso central. Unas son estimulantes y otras inhibidoras. El punto común es su acción sobre el sistema límbico, amplia zona del cerebro muy relacionada con las emociones y los impulsos más primarios.

El sistema límbico ejerce su control proporcionando a los estímulos sensoriales una connotación afectiva agradable o desagradable. Para ello, dispone de unos centros de recompensa, cuya estimulación origina una sensación placentera y unos centros de castigo, cuya activación produce una sensación desagradable.

El sistema límbico responde adecuadamente a los estímulos naturales (alimentos, miedo, sexo, etc.) pero si es una estimulación repetida por parte de las drogas, se producen cambios adaptativos que conllevan una disminución de la actividad de los centros de recompensa e incremento de la actividad de los centros de castigo.

La afectación del sistema límbico por parte de las drogas va con una disminución progresiva de los efectos placenteros inicialmente producidos, con lo que el individuo se encuentre cada vez peor en la ausencia de la droga, produciéndose la dependencia y el “mono”, es decir, el síndrome de abstinencia.

Forman parte del sistema límbico, entre otras estructuras, la amígdala cerebral y  el núcleo accumbens.

La amígdala cerebral, estructura situada en la profundidad del polo del lóbulo temporal del cerebro, es una zona funcionalmente compleja, que tiene que ver, tanto con el miedo, el temor, la repugnancia y el asco, el horror, como con lo que es placentero, agradable, apetecible. La amígdala tiene importantes conexiones con la corteza cerebral y con una amplia red de estructuras neurales; estructuras éstas relacionadas con lo visceral, hormonal, instintivo, y con una fuerte implicación en los procesos de memoria. Uno de los efectos de las drogas es la alteración de los procesos de memoria. Y la fuerte activación de la amígdala cerebral hace que el individuo se torne insaciable.

 El núcleo accumbens es una pieza clave en los centros de recompensa. Se sitúa en una zona límite, de transición, entre la corteza cerebral y el resto del cerebro. En el núcleo accumbens se liberan grandes cantidades de dopamina y otras sustancias, como las endorfinas y las encefalinas, que proporcionan una sensación de placer a nuestro cerebro. Todas las drogas tienen en común que activan el núcleo accumbens..

No son drogas, pero también puede haber adicción a la pornografía, al café, al azúcar, al pegamento, a la televisión, al móvil, a internet, al juego, etc.

La curación de la drogadicción, aunque posible, es trabajosa. Existen soluciones farmacológicas y psicológicas, pero además es necesario practicar con el drogadicto tanto la comprensión como la fortaleza; y en este asunto ha de participar (y lo sufre) la familia.

A nivel personal, es importante ser sobrios, templados, sinceros, y un largo etcétera, relativo a las virtudes humanas y sobrenaturales, que constituyen verdaderos medios preventivos.

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