«Ni irse, ni callarse».

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Por José Manuel Belmonte, Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa. Publicado en el Blog del autor Esperando la Luz el 30 de marzo de 2019.

La rutina va imponiendo su criterio en casi todo, si uno no está atento para  defenderse del engaño, tomando consciencia. El respeto en política, no es aceptación ni equiparación de todos los partidos. Que haya ideologías y creencias, no obliga a aceptar todo sino a tener una opinión. La mayoría sabe que lo que nos llega cada día como «noticias» no es la realidad. ¡Sería terrible! Pero tienen cierta base.

Cuando llegan imágenes, tan fuertes que golpean la sensibilidad y la conciencia, no se pueden cerrar los ojos, ni mirar hacia otro lado. Las catástrofes humanitarias, los desplazados, los niños de la guerra, la deforestación o los fuegos provocados, la gestión desastrosa de quien ha llegado al poder y lo toma como un modus vivendi, ignorando las aspiraciones y problemas de las minorías, deben cambiar.

Los criterios democráticos deben imponerse para respetar los derechos, la justicia y la igualdad.

¿También en las religiones y creencias? ¡Con más razón! Para educar en la verdad, la democracia es respeto y diálogo, ilusionar y descubrir lo mejor de cada uno. No se puede ignorar lo que hay. El corazón tiene su tiempo para descubrir la luz y aceptarla. La fe es libre, une, y hace libres, pero no convierte en miembros de un ejército y unas normas.

La sociedad ha evolucionado a lo largo de la historia. Sigue progresando en derechos y perfeccionándose en el aspecto humano. En la igualdad se ha avanzado, pero sigue siendo un objetivo a conquistar. Aún estamos lejos. El  machismo es una realidad.

Esa conquista no ha seguido los mismos pasos en el aspecto religioso. Cuando estudiaba en la universidad, en los años 70, pude captar aspiraciones y criterios de evolución, sobre todo en el centro y norte de Europa y en América. Encontré mujeres liberales y cultas, progresistas o no. Había convivencia interétnica e interreligiosa. No encontrábamos puertas cerradas. Discutíamos mucho, nos respetábamos. En Estrasburgo o en Bruxelas, los estudiantes de diversos países asistíamos a conferencias, y debates apasionantes.

El feminismo era, por entonces, un embrión que todos apoyábamos en aspectos socioeconómicos e interculturales. Nada nos era extraño. Teníamos la gran suerte de vivir en ciudades fronterizas, pero integradoras políticamente.  Allí estaba y está la base de la Unión Europea, con su Parlamento (Estrasburgo y Bruselas).

 Además de ese privilegio, vivimos y convivimos con las diversas culturas religiosas: católica, protestante, ortodoxa, judía, además de ecuménica. Taizé  atraía a muchos jóvenes y lo ha seguido haciendo.

Esta semana he vuelto a recordar aquella etapa como una vuelta a la realidad. ¿Por qué?El Comité de la Jupe (falda), vía Change.org, ha dirigido un escrito al Papa Francisco, para que sea escuchada la voz de la mujer. Algunas amigas  europeas me lo han hecho llegar [enlace].

Esta organización feminista, nació hace 10 años. Lleva luchando  desde entonces, contra la  discriminación de las mujeres, en particular en la Iglesia Católica. Cada vez están menos solas.  Quiero decir que se han unido a su lucha, mujeres y hombres, cada vez más conscientes de que la situación actual- que lleva así siglos-, tiene que cambiar. El 50/50  es una conquista en las sociedades humanas: civiles y religiosas. La libertad y la igualdad distan mucho de ser una realidad.

Dos imágenes que he recibido, hablan por sí mismas. Valen por todo un tratado.

En la primera imagen invitan: ¡Buscar a las mujeres!

En la segunda imagen la desoladora respuesta: Encontradas… ¡en la última fila!

La mayoría de estas mujeres son personas muy capaces, preparadas y se niegan a seguir siendo invisibles y marginadas: «Ni partir, ni se taire». Firmes, decididas a permanecer en la iglesia y dispuestas a que se las escuche:  «ni irse, ni callarse».

Espero que lo que dicen, y yo apoyo, será mejor comprendido si los lectores ven sus denuncias, porque los derechos de la mujer, son parte integrante e indivisible de todos los derechos humanos y de las libertades fundamentales. !Basta ya!

«En la Iglesia Católica todas las responsabilidades, todo el poder está en manos de los hombres célibes, únicos habilitados para decidir, gobernar, enseñar y, que pretenden ser los mediadores de la relación a Dios y lo sagrado».

«Las mujeres (se ven) despreciadas, sin derecho a la palabra, sin derecho a la decisión… ¡Basta ya!»

“Tal situación está en el origen de los abusos hacia las mujeres, los niños y las personas vulnerables.  Eso no puede sostenerse. Es preciso que cambie».

«En materia de derechos no hay complementariedad, no hay diferencia, sólo hay igualdad. Una igualdad originaria: «Dios creó al hombre a su imagen, hombre y mujer, los creó».

CONSECUENCIAS:

 1.- Alejamiento social.

La iglesia, en manos de «hombres célibes», se ha alejado cada vez más de una sociedad que  ha evolucionado y cambiado. Los puestos de responsabilidad en lo político y también en sus estructuras, partidos, ejércitos, policías y profesiones varias que hasta el siglo pasado estaban en manos de varones, hoy la mujer ha sido integrada.

Mientras -en la iglesia- no ha habido voluntad real de acoger e integrar a la mujer. En general, aunque no se hable de ello, el machismo eclesial parte de un desconocimiento ancestral de la mujer, de sus derechos y su capacidad. Lo resumió el primado francés, muy desacertadamente, -por lo que fue denunciado y se retractó- pero lo dijo, en respuesta a la pregunta sobre la integración de la mujer en los ministerios litúrgicos: «Le plus difficile, c’est d’avoir des femmes qui soient formées. Le tout n’est pas d’avoir une jupe, encore faut-il avoir quelque chose dans la tête«. «No se trata de tener una falda, sino tener algo en la cabeza». (Francamente desafortunado).

2.- El envejecimiento generacional normal, multiplica el trabajo, no la eficacia.

El clero tradicional envejece. Además, mientras hace años las vocaciones sacerdotales disminuyen, se sigue apartando del culto a las mujeres, por serlo.

Ni siquiera se las permite tomar la palabra en las homilías. Aunque hay mujeres muy preparadas, según constataban en Francia: «el pasado septiembre, las iglesias protestantes de Suiza, organizaron un concurso de predicaciones y las ganadoras fueron tres mujeres».

3.- Por lo que a España respecta, los datos no son mejores.

 El culto religioso, en España, es un servicio del clero o de religiosos célibes ordenados. La mujer y el varón, son bautizados y «asistentes», pero poco integrados, o desafectos.

El Centro de Investigación Sociológica publicó en 2018 una encuesta realizada a 2.485 adultos residentes en España. Según dicha encuesta, el 66,3% de los encuestados se definían como «católico».

A la pregunta sobre asistencia a ritos (católicos o no) más allá de ocasiones sociales (bodas, primeras comuniones), un 62,5% afirmó no ir «casi nunca»; un 13,4% acudía «varias veces al año»; un 8,7% acudía «alguna vez al mes» y un 12,4% «casi todos los domingos y festivos». Un 1,9% afirmó acudir «varias veces a la semana» [enlace].

Termino con el slogan del encabezamiento del escrito dirigido al Vaticano:

Église catholique: « Ça suffit ! », (Iglesia católica: ¡Ya basta!)

Puedes pensar que generalizar no es bueno; pero ocultar la verdad es peor y la situación lleva ya demasiado tiempo. ¿O no?

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa