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Por José Manuel Belmonte, Dr. En Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa. Publicado en su blog Esperando la Luz el 20 de junio de 2020.

Algunos se han atrevido a llegar al final del muro, de muchas fronteras.

Oficialmente, por estas latitudes, el fin de semana estrenamos estación, ya que el verano astronómico comenzará en el hemisferio norte este sábado 20 de junio. Las temperaturas van a ir progresivamente en aumento en toda España, según dicen.

Además, viviremos la triple paradoja de celebrar 1) el día Mundial del Refugiado, el día 20 de junio; 2) el fin de la prórroga del estado de alarma el 21 de junio (con el fin de las restricciones para la movilidad interterritorial); y 3) el hecho de que «España reabrirá sus fronteras el mismo 21 de junio».

No sé si somos conscientes de tanta coincidencia. La RAE define la paradoja como «hecho o expresión contrarios a la lógica«. Sin intentar enmendar lo que dice, en algunos casos, como éstos, me parece que supera el concepto filosófico y el matemático y llega al aspecto vital y humano.

1) La primera paradoja mundial.

Cada dos segundos, en todo el mundo, una persona se ve obligada a huir de su hogar y, 79,5 millones de personas sobreviven desplazadas a la fuerza y expulsadas de sus hogares, por la violencia y la guerra según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Y su regreso es cada vez más difícil.

Llevamos años sin que cambie el reloj del Exodo. ¿Tragedia? Los gobernantes y la gente se acostumbran. Por eso, hoy, tomo de mi amiga Socopoemas, el descaro de narrar esa aventura, en poesía, no para minimizarla, sino  para verla con otros ojos más profundos. En su libro  «Como pequeños fuegos«, ella lo titula precisamente así:

Éxodo

Abrí la puerta oscura de la noche

y caminé por caminos sin asfalto,

atravesando aldeas solitarias

solo habitadas

por viejos y por sabios.

Contemplé campos abandonados

sin semillas

ni brazos que arañen sus entrañas.

Y descansé bajo un puente con estrellas

para soñar con mis sueños de niño

en campos de trigo y amapolas,

en almendros en flor

y en celestes campánulas.

(Ver qué la sutil construcción que no separa: (ver enlace
)

Si han visto -mental o realmente- ese caminar hacia el Exilio por parajes inhóspitos, recuerden que casi 80 millones, de hombres y mujeres, con su ausencia y sus niños, todos vulnerables, sin agua potable, sin servicios básicos y atención sanitaria muy precaria, están en campos de Refugiados. ¡Es el 1% de la población mundial!

Con ser casi el doble de la población de España, son más del doble los emigrantes, que han salido de su país para instalarse en otro. Las condiciones precarias, les fuerzan a la búsqueda de un futuro mejor, un destino soñado, aunque incierto.

Ser refugiado no es el fin de su amenaza porque no se han terminado los peligros ni los riesgos. El último, la pandemia de la COVID-19, que está teniendo un profundo y desproporcionado impacto en las personas más vulnerables, migrantes, caravanas que huyen, solicitantes de un país de asilo o de acogida.

2) Se recobra el derecho a la libre circulación: fin del estado de alarma.

El Ejecutivo español ha repetido que el estado de alarma es la única figura jurídica que permite limitar el derecho constitucional de libre circulación. Una vez expire, la última prórroga, no hay forma legal de evitar que los españoles se muevan por todo el territorio nacional.

«El estado de alarma» resultaba insuficiente para algunos y «el de excepción», parecía excesivo para otros. En todo caso, llega a su fin, el día 21.

La sociedad ha aceptado la ambigüedad de la semántico-jurídica, al reconocer que la COVID-19 ha alterado, de algún modo, el «normal funcionamiento de las instituciones democráticas» (entre ellas la libertad de circulación) pero el estado de alarma no debía suponer la supresión de los derechos fundamentales, sino la simple restricción. Así que cuanto antes se recobre el derecho constitucional a la libre circulación, mejor para todos.

Es verdad que el coronavirus no entiende de regiones interiores, autonomías, estado de desescaladas, ni fobias entre ciudadanos, por culpa de primeras residencias o segundas, visitas a familiares o disfrute del lugar de vacaciones que hayan escogido libremente.

Siempre será necesario educarla y apelar a la ciudadanía para que tome conciencia, de que vaya donde vaya y esté donde esté, -por el bien de todos y para no volver atrás- la protección, la distancia social y prevención, son básicas, el comportamiento debe ser civilizado y hasta ético, sin necesidad de que su incumplimiento sea punible. Recordar, además, que buena parte de las transmisiones por coronavirus ocurren en el propio hogar y entre familiares que conviven o se visitan.

3) Apertura de fronteras, también el 21 de junio.

A pesar de la globalización, de los avances industriales, energéticos,  tecnológicos, informáticos, de inteligencia artificial y de las buenas intenciones de quienes luchan por abolir las fronteras, estamos más lejos cada día de conseguirlo.

Como todos sabemos y reconocen los historiadores y cronistas, como Alfredo Jiménez Núñez: «La Humanidad es una» y todos los seres humanos que habitan la Tierra, somos miembros de una misma Humanidad, de una misma y única especie. Y matizar que, «la Humanidad es una, pero las  civilizaciones y culturas son muchas».

Desde la Naturaleza, desde el espacio, y desde la percepción de los seres que en él viven, nuestro planeta azul,  no tiene fronteras. Las fronteras nacen, se enmarcan y se defienden históricamente, por un instinto de supervivencia.

El miedo, la escasez y el hambre, las enfermedades, la ignorancia, los prejuicios, la ambición y la fuerza, más que el color de la piel, han levantado fronteras, -reales o virtuales-, entre los pueblos. Teóricamente podrían desaparecer las fronteras políticas y económicas, como ha hecho Europa en los últimos años, pero es muy difícil derribar las fronteras levantadas por la ambición, el egoísmo, la soberbia o el odio, las guerras entre los pueblos y la agitación de las masas contra cualquier injusticia.

En todo caso, ese espacio convencional de límites imprecisos o fronteras, delimita y relaciona grupos, sociedades o países, con culturas diferentes. Si bien cuando se habla de fronteras, estamos hablando de una débil línea sobre un mapa,  entre países diferentes, que en algunos casos coinciden con la parte media de un río o cualquier otro elemento natural. Lógicamente, casi nunca son físicamente visibles, esas llamadas fronteras políticas.

En España, se han creado artificial y políticamente fronteras que dividen el territorio  nacional, en circunscripciones autonómicas. ¡Fronteras interesadas!

Existen también ciertos tipos de fronteras, en algunos barrios de las grandes ciudades. Se conocían  antes como guetos. Hoy tienen formas  nuevas, pero existen.

Así que no  hay  una, sino muchas fronteras. Algunas se abrirán como señal de una vuelta a la normalidad. Pero no será el día 15 como aconsejaba la Comisión Europea, ni el 1 de julio, como quería el ministro de Sanidad, sino el domingo 21. Eliminará para quienes lleguen a España la obligación de cuarentena vigente durante el proceso de desescalada.  Hasta en este pequeño paso, es difícil el consenso (ver enlace).

4) ¡Será por fronteras.!

Conviene recordar o no olvidar que, ninguna nación en el mundo ha protagonizado de forma más intensa y extensa que España, el fenómeno de fronteras a) en su propia piel de Iberia, y b) más allá del océano.

a) Ha sufrido la invasión de pueblos, razas y culturas diferentes, siendo  frontera que traspasaron iberos y celtas, fenicios, griegos y romanos; bárbaros del norte y árabes que cruzaron repetidamente el EstrechoLas fronteras variaron  durante siglos, según la exigencia o conveniencia del acoso o la defensa.

De todos esos pueblos somos herederos y deudores; sus asentamientos dieron lugar al intercambio de costumbres y culturas, pero también nos dejaron una herencia socio-política, un sabiduría y un respeto a creencias diferentes. Unos más que  otros, pero todos, han influido  también en el idioma.

b) A partir de 1492, navegan por Atlántico, descubrieron un Nuevo Mundo  y llegaron a crear, en poco tiempo, el mayor imperio hasta entonces conocido. La expansión, conquista y evangelización, fue la aventura humana, con todo lo que tiene de pros y contras, y un proceso de mestizaje de razas y culturas.

Fray Bartolomé de las Casas, dominico español, denunció como otros muchos españoles, la violencia de algunos conquistadores, y fue el gran defensor de los derechos de los indígenas en los inicios de la colonización. Sus ideas se trasladaron a la Corte de  los Reyes y su pensamiento  influyó en la creación de las Nuevas Leyes en 1542. Estas leyes eran prematuras para su tiempo. Fueron los primeros instrumentos legales creados para la protección de los habitantes de territorios colonizados, y precursores del Derecho Internacional. En el conjunto de América, las libertades y derechos individuales no llegaron hasta el siglo XIX.

España «creó fronteras en un continente donde ya existían incontables fronteras entre tribus, entre estados o imperios. Hace ahora dos siglos, la Independencia convirtió los límites de las provincias del imperio español en las fronteras políticas de una veintena de nuevas naciones. De las provincias del virreinato de México surgieron Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, y la propia república de México. Del virreinato del Perú nacieron, entre otras naciones, Ecuador, Bolivia, Chile, y el propio Perú.

Del tardío virreinato de Nueva Granada surgieron Colombia y Venezuela», (A. Jiménez Núñez).
href=»https://institucional.us.es/revistas/rasbl/38/art_10.pdf»>https://institucional.us.es/revistas/rasbl/38/art_10.pdf

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa