Lo que nos une no está fuera

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Por José Manuel Belmonte, Dr. En Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa. Publicado en su blog Esperando la Luz el 5 de septiembre de 2020.

A principios de diciembre de 1985, el presidente norteamericano R. Rigan manifestó a un grupo de estudiantes que le había dicho en Ginebra a Mijail Gorbachov, «que pensase en lo fácil que serían su tarea y la mía si de repente se produjera una amenaza a este mundo por parte de otra especie desde otro planeta…» Y añadió «Olvidaríamos todas las pequeñas diferencias que existen entre nuestros dos países y nos daríamos cuenta, de una vez por todas, de que, juntos, realmente somos seres humanos en esta Tierra».

Dudo que el ataque de un enemigo desconocido, sea un motivo para «unir» a dos colosos para hacer causa común.

Desconocemos sus intenciones, pero los vídeos desclasificados por el Pentágono en 2020, uno fechado en el 2004 y y otro en el 2015, podrían demostrar, que no es todo ficción y que «la verdad está ahí afuera». «Hay pruebas muy persuasivas de que podemos no estar solos». «Esas –llamémoslas aeronaves- tienen características que no aparecen en el inventario de Estados Unidos ni de ninguno extranjero del que tengamos constancia».

En uno de los vídeos puede verse varios objetos no identificados volando a gran velocidad, frenando y acelerando de nuevo para asombro de los militares estadounidenses que lo estaban grabando.

Lo dicho hasta aquí y lo visto, solo me interesa como base para saber que: 1) «no estamos solos»; 2) que dicen, que con amenaza exterior, es relativamente fácil «olvidar la pequeñas diferencias entre las dos superpotencias» (¿partidos, ideologías y personas?); y 3) que «juntos, somos seres humanos en esta Tierra» y podemos ayudarnos.

Se desconoce si «los viajeros espaciales» (antes llamados OVNIs), son «enemigos», si pueden venir en plan guerrero, y en tal caso, qué daños podrían causar. Lo cierto es que con imágenes reales, en 35 años «el olvido de las diferencias» no ha llegado.

Tampoco son vientos de paz, los que soplan sobre la industria armamentística en general -y puestos de trabajo-, de los países integrantes de la UE, y del Reino Unido y Turquía, tras el Brexit. La factura del Brexit será muy costosa, pero también lo serán los 750.000 millones de la Ayuda acordados por la UE para paliar los efectos del Covit-19. El 2020 podría ser el año de inflexión para Europa porque la crisis social será especialmente devastadora para el Viejo Continente.

Así que, sin hablar de invasión, ni de ataque, ni siquiera de guerra, nada impide hablar de bajas humanas. Los medios de comunicación nos lo recuerdan cada día. En los pasados 8 meses se han producido en el Planeta un millón de bajas humanas, tan solo por un agente invisible (¿virus?) del que aún no se sabe la procedencia, ni ha podido ser vencido, ni desactivado. ¿Se han unido los países para «juntos defender a los humanos», del agente causante? ¡No!

Pero, en España, con el miedo y los fallecimientos, (el virus y la gestión) han asfixiado el tejido empresarial llegado a la pérdida de más de un millón de empleos. Hay depresión. Numerosas empresas pequeñas y medianas -en su mayoría autónomos-, por la exigencia impuestas, han cerrado. El turismo, la aviación, el transporte, el trabajo agrícola, y el ocio en general, están muy limitados, regulados y condicionados.

Han caído las fiestas -incluso las patronales-, no hay conciertos, ni eventos, y hasta los artistas tienen problemas de trabajo. Por supuesto, muchas de esas actuaciones eran altruistas, se ayudaba solidariamente a muchos centros, a enfermos, recuperación de heridos o discapacitados. Los recitales, concursos de música o de cuentos, se han evaporado. Hay menos música, menos risas, menos alegría. La gente no se atreve a salir de casa, aunque sea con mascarilla o sale lo imprescindible. Se visita menos a la familia. Por supuesto no hay imágenes de abrazos, ni besos, que se han sustituido por un roce de codos o choque de puños deportivo. Hasta un amigo mío se pregunta en su Blog-Cuaderno: «¿Estamos sanos psíquicamente hablando?» El pequeño enemigo invisible y la gestión política han traído eso: manipulación, engaño y tristeza.

Por si alguien considera fuerte esa expresión sin demostrarlo, debo añadir lo siguiente: Manuel Alfonseca, Doctor Ingeniero de Telecomunicación y Licenciado en Informática, ha dicho que «es vergonzoso que el Ministerio de Sanidad siga dando 28.838 como cifra acumulada de fallecidos a fecha 25 de agosto, cuando el (Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria) MoMo (datos del Centro Nacional de Epidemiología) daba el 24 de agosto una cifra mucho más fiable, 46.096».

Manipulación de datos y segunda ola de la pandemia

1) Reaccionar, porque hemos venido a ser felices. 

Hay que romper con las ataduras del miedo, recobrar la predisposición y volver a soñar y reír. Lo importante está dentro y no fuera. Abrir los ojos de nuevo al optimismo; a la familia, el altruismo. Se puede ser feliz con poco. Descubrir que hay algo más que las necesidades básicas. Hay que recuperar al niño y la esperanza en la vida y la alegría.

Si pudiéramos comprenderlo como niños, veríamos la magia de la vida y sentiríamos que no somos enemigos, nos necesitamos, podemos protegernos, y colaborar en un futuro que levante el ánimo y vuelva la ilusión a todos y al Planeta.

El mundo de la mascarilla se ha hecho triste. «No sabe donde dejó su corazón», dice mi amiga Soco. Pero ella, «se vistió como si fuera fiesta», (Como pájaros de alas mojadas) y compuso la mejor poesía. Estoy en esa onda, porque invita a rebelarse y no dejarse morir. El positivo anhelo de libertad de algunas manifestaciones, es un grito que debe ser escuchado.

Recordemos que este año es el 250 aniversario del nacimiento del compositor, director de orquesta y pianista alemán Ludwig van Beethoven, el autor de la Novena Sinfonía. La Oda a la Alegría, ha sido escogida como el Himno oficial de Europa y, reconocido como Patrimonio de la Humanidad. ¿Qué estamos haciendo para prepararnos y celebrarlo?

¿Cómo que no importa la música? Se cree que el padre de Beethoven le enseñó piano, órgano y clarinete y, con tan solo siete años, ofreció su primer concierto público en Colonia. ¡Los niños siempre pueden aprender, si se les enseña!

El compositor de Bonn, fue el músico más influyente de los siglos XVIII, XIX y tal vez del XX. Fue capaz de sufrir y componer. Se tiene absoluta certeza de que padeció durante gran parte de su vida: dolores crónicos, depresión, nefropatía y sordera casi total, y ello no impidió a Ludwig van Beethoven convertirse en uno de los músicos más importantes de la Historia. Falleció a los 56 años. De hecho, compuso 5 años antes de morir (1827), la célebre Novena Sinfonía declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El mismo lo intuyó y lo dijo: «Llegará un momento en que les gustará. Lo sé. Soy un artista».

Faltaba mucho para inventarse los audífonos, pero luchó y escapó del aislamiento y el silencio, con la música y los «cuadernos de conversación», con los que se relacionaba con su entorno. Sus 139 cuadernos son también historia cultural.

2) De Himno de la UE a Himno de la Humanidad. 

No hay más que ver en tu pueblo, tu ciudad, en España y en el mundo, las exigencias de distanciamiento y la falta de locales adecuados que afectan a los músicos en general y a los directores de orquesta y de corales. Sabemos que aquí, en nuestra ciudad, se han realizado ensayos virtuales. Pero además de la dificultad, el horizonte para que llegue a la sociedad, su música es muy corto.

Así que se puede crear la iniciativa musical para levantar el ánimo de la sociedad. Ensayos virtuales y/o presenciales que permitan ofrecer pequeños conciertos en muchas localidades, pueblos y ciudades (respetando normas) y levantando la moral de la gente. PROYECTO BEETHOVEN, se podría llamar.

Partiendo de que el Himno a la Alegría, es conocido casi por la mayoría de los ciudadanos, vamos a cantarlo en plazas, teatros, iglesias o locales donde sea posible, dirigido por algún profesional, bien empezando con alguna otra partitura y finalizando con la Oda a la Alegría, o a la inversa, para que el pueblo participe.

Que el Himno que la UE hizo suyo, no deje de sonar en el ancho mundo, hasta que sea adoptado como Himno de la Humanidad. Se invita a todos, no se excluye a nadie, y se anima a soñar cantando como hermanos.

Sería el mejor homenaje a Beethoven, una esperanza para los humanos y un recuerdo para quienes han partido, o en agradecimiento a los sanitarios y fuerzas de seguridad. Siempre será algo más personal que dejar una rosa o una vela. ¡Ojalá algún músico, profesional o amateur, afectado o no por la pandemia, recoja la iniciativa! Necesitamos salir de la atonía social.

No creo que esa iniciativa sea una locura, aunque yo no pertenezca a un determinado coro. Hay ideas semejantes ya en marcha, por ejemplo, La Orquesta Joven del Ecuador ha creado una plataforma digital para seguir haciendo música virtualmente, fomentar la solidaridad y hacer frente al Covid-19: «All Nations Orchestra». Por el momento son ya 55 las naciones unidas haciendo este tipo de música. Así que no solo se necesita sino que, es posible.

3) El Himno a la Alegría 

Cuando se cante a coro en algún lugar, que nadie note que usted no lo recuerda. Para que pueda unirse a ellos, dejo a continuación el vídeo de Miguel Ríos, por si interesa. La melodía vibrará en su interior de una forma nueva.Tendrá algo suyo.

El cuarto movimiento y más concretamente esa parte coral de la Novena Sinfonía de Beethoven, ha encarnado musicalmente muy distintas utopías, ojalá logre el resurgir de la Humanidad actual tan necesitada. Nuestra salud a nivel mundial lo necesita; y la salud es lo primero que necesitamos cada uno.

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa