La otra cara de los avisos a la Humanidad.

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Por José Manuel Belmonte, Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa. Publicado en el Blog del autor Esperado La Luz, el 17 de Diciembre de 2017.

Las hojas de los árboles, las monedas, e incluso las ideas tienen dos caras. Las dos son importantes, aunque una sea más brillante o más conocida.

Siendo verdad, que lo es, y basándose en datos objetivos, los avisos de los científicos a la Humanidad, hay que profundizar un poco más. El ser humano está poniendo en peligro el Planeta y con ello está comprometiendo su propio futuro como especie.

Se alerta -en los avisos-, de que hay que tomar conciencia de la realidad. Algunos científicos plantean la alternativa de emigrar a otros planetas, ante el peligro de la no supervivencia en el que hasta ahora ha sido nuestro hogar. El cambio climático, la sobrepoblación, la aparición de nuevos virus y enfermedades, la extinción masiva de especies y la deforestación, llevan al agotamiento del Planeta. La razón que algunos están dando es que la evolución y el progreso prueban la acción destructiva de los humanos.

Hawking cree que la vida inteligente tiende a la autodestrucción:»Creo que esta es la trayectoria en la que estamos». Por eso anima a prepararse para salir: «Tenemos que salir de la Tierra».

Ahora bien, se plantean algunas preguntas: ¿no hay alternativa? ¿A dónde hay que ir? ¿Quién o quienes irán? ¿Los humanos que logren salir de este planeta -cuando salgan-, allá donde vayan, no van a seguir siendo autodestructivos y contaminando otros planetas? ¿No se olvida que hay una potencia energética en cada ser humano, y que es positiva? ¿No deberían potenciar la dimensión esencial del ser humano  antes de señalar los peligros a los que se enfrenta la Humanidad?

Nadie duda de que los hechos que los científicos señalas son reales, pero  no es menos real que la ciencia por sí sola no explica la dimensión esencial del ser humano. Con las gafas del materialismo,  del ateísmo, del fanatismo, es difícil ver la creación, nuestro Planeta y el ser humano en toda su dimensión. ¿Se puede ver el interior del corazón, la energía que ilumina el camino, para transformar el mundo,  y el futuro, si se ha echado a Dios de la vida?

¿No están ocultando que aquí mismo hay seres de otra dimensión, que pueden ayudar a nuestra evolución o retrasar nuestra transformación?  ¿Estamos solos? ¿No hay peligro de que razas oscuras (seres oscuros) intenten manipularnos tanto aquí como en cualquier planeta?

¿Y si antes de prepararnos para salir de la Tierra que estamos destruyendo, fuera ya hora de despertar? Eso sí, es un toque de campana para levantarse de la lona y seguir el combate.

Hora de despertar  y vivir conscientes, aquí y ahora.

Hay sabios, -en todo el mundo, y en todas las religiones- que no suelen aparecer en los medios de comunicación, que no hablan de peligros, porque dan prioridad al crecimiento humano, al respeto y el amor a los seres vivos. Ellos también son importantes, y sus enseñanzas y consejos, también ayudan al progreso. Quiere decir, que todos remamos en la misma barca y vamos girando con el mismo Planeta, científicos, sabios, y ciudadanos de a pie. Todos tenemos derecho a estar aquí y ahora, cuanto más conscientes y solidarios mejor. El éxito consiste en tener una buena relación con nosotros, con los que compartimos el viaje y con el entorno en que nuestra vida se realiza y que un día dejaremos a nuestros hijos.

Despertar para reconocernos o descubrir quiénes somos, qué hacemos, hacia dónde vamos, con qué medios… parece un requisito esencial para realizarnos como individuos y no poner en peligro ni a otras especies, ni al Planeta. Tal vez la sociedad y los individuos hemos dejado de lado los requisitos que deben ser cultivados, al menos en un grado mínimo, para merecer los frutos del camino liberador.

Esos requisitos universales y necesarios para la liberación y el crecimiento son: respeto, generosidad, honestidad, conducta apropiada y coherente con lo que somos, paciencia, tolerancia, receptividad, energía, esfuerzo, aceptación, confianza, contemplación e iluminación. Esos requisitos -o virtudes- interesan, personal y socialmente, porque dan paz y responsabilidad. Son lo contrario del egoísmo, la envidia, el consumismo, o el enriquecimiento a consta de los demás. ¿Por qué no se habla de ello? Se atrae lo que se piensa y se quiere.

Despertar, para vivir en consciencia, para caer en la cuenta de que si hay cosas en el Planeta y en la sociedad, que hay que cambiar, no puede hacerse desde fuera. Hay que transformar desde el interior al exterior. Nunca iremos tan lejos que no nos encontremos con nosotros mismos. El progreso, no es huir hacia otros mundos, ni alejarnos, sino entrar, profundizar, transformar el interior, descubriendo lo que somos y la infinita capacidad que tenemos.

La ciencia ayuda y da medios para el progreso pero, las herramientas que pone en nuestras manos, -con ser importantes-, no son suficientes para la transformación personal ni social. Está determinada por la forma en que nuestro corazón y nuestro cerebro procesen nuestra capacidad de tener una actitud consciente y responsable con todo lo que nos rodea. Y cada día.

Hay personas que viven, sin miedo, en una dimensión humana positiva que no alerta de peligros sino todo lo contrario, descubre capacidades nuevas, gozosas, inimaginables, divinas, para superar y afrontar cualquier dificultad personal y cualquier reto social.

El ser humano -y esto no se resalta con la fuerza necesaria-, es una naturaleza divina, encarnada en un plano que pertenece a la materia, por la que se hace visible y temporal; pero tiene una esencia que trasciende a los sentidos y al tiempo. Por eso puede transformarse y transformar desde el interior al exterior.

Estamos a las puertas de la Navidad.  Estos días se escucha hablar del Niño-Dios, como lo más normal. Se recuerda su histórico Nacimiento en Belén. Se adornan las ciudades y los hogares, con música, villancicos, luces y regalos. La rutina, los adornos y celebraciones pueden evaporar o distraer de lo esencial de la Navidad: que el gran regalo es precisamente el Nacimiento de ese Niño «que ha aparecido en la tierra como hombre». El gran misterio de un Dios creador naciendo hijo de María.

Lo puramente superficial puede quitar el sentido a la Navidad, pero también pueden hacerlo la voluntad, -la mala voluntad de algunos- y la falta de respeto o el odio a quienes creen y la celebran. Todos los años, por estas fechas suceden ataques, algunos sangrientos [enlace], otros  más «sutiles», pero igualmente tendenciosos y manipuladores de la historia [enlace].

Los «amos» del mundo inventan pretextos y ofrecen «todo» a quien se somete a su voluntad.

Que distinto a lo que le ofrece la creación, según el Estiquio de Vísperas de la Natividad:  «Cada creatura hecha por Ti te ofrece acción de gracias: los ángeles te cantan, los cielos una estrella, los magos sus dones, los pastores su asombro, la tierra una cueva; el desierto un pesebre; y nosotros a la Virgen Madre».

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa