Independentismo religioso: ¿olvido interesado?

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Por José Manuel Belmonte, Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa. Publicado en el Blog del autor Esperando la luz el 4 de Noviembre de 2017-12-22

Son los otros olvidados. La gente habla de ellos. Están ahí. Un sector influyente. Intentan pasar desapercibidos. Ha sido siempre  así en el entorno religioso.

En el siglo pasado, en el País Vasco, ahora Cataluña. Allí, José María Setién, (obispo de San Sebastián) provocó fricciones por su tibieza con la banda terrorista ETA y sus conflictivas cartas donde llegó a afirmar que la Constitución española del 78 debía recoger «el derecho de autodeterminación del pueblo vasco».

Alfonso Usía dijo: «Un obispo separatista vasco puede llegar a ser brutal por su sinceridad aldeana. El obispo separatista catalán es melifluo, pulido, afectado y pamplinero. Elijo la perversidad mostrada antes que la oculta. Soy más cantábrico que mediterráneo y prefiero enfrentarme a un burro que a un alacrán. No he conocido maldad conceptual como la del obispo Setién». [enlace]

Hoy se sabe dónde nació aquella ideología. Miembros de aquella banda, están en las instituciones vascas y navarras. Algunos, sabían de los que sacudían el árbol  para que otros recogieran las nueces.

Dieron algún salto a Cataluña, ya que dejaron su huella en Hipercor. Ahora, Otegui y otros han vuelto para apoyar, a finales de septiembre. Fueron recibidos por las máximas autoridades del gobierno, del parlamento y el ayuntamiento de Barcelona.

El 1-O, el referéndum ilegal. Echaron un pulso al Estado de derecho, con la Desconexión Unilateral de Independencia(DUI). En votación oculta, un viernes negro,   proclamaban la Republica Catalana Independiente de España.  No les importaron la mayoría de catalanes que no pensaban como ellos, ni el resto de españoles, ni las empresas, que ante la inseguridad, estaban abandonando  Cataluña (ya más de 2000).

Saltarse la ley, y echar un pulso al estado no puede quedara impune. El Fiscal General ha presentado contra ellos una querella por rebelión, sedición y malversación.  Y, curiosa coincidencia, Puigdemont, asesorado por un abogado de ETA especializado en extradiciones, se ha escabullido y está en Bélgica con 5 de los suyos. Todo tiene un por qué. No se llega hasta ahí por casualidad.

Una de las vías, la política.  Más concretamente, la separatista,  ha sembrado  división durante 40 años, ha incumplido la Constitución y los mandatos judiciales; manipulado y adoctrinado a generaciones jóvenes, engañando a sus conciudadanos y sin dar seguridad a las empresas, ha terminado descarrilando en el abismo.

Está actuando la justicia. Había actuado, pero no la obedecieron. Está desmontando el entramado creado para la confrontación e imponer la ideología.

Adolfo Prego, magistrado del Supremo y vocal del Consejo General del Poder Judicial, en 2008, advirtió a los políticos, del peligro que suponía suprimir la secesión del artículo 214  de el Código Penal, si se proclamaba la independencia de una parte de España. Hoy, el Fiscal General quiere que se recupere para garantizar la unidad en todo el territorio, siempre.

No todos los políticos son independentistas, cierto. Pero, una minoría (35%) ha dado  un golpe de estado, amparados en la libertad de opinión y derecho a decidir.

La otra vía, más sutil: la religiosa.

Tampoco, esta vía independentista, engloba al 100% de los creyentes. Pero el independentismo utilizó en Cataluña dos locomotoras: 1) el islán, con los Imanes, y 2) el catolicismo, con los curas y obispos.

1) El islán, con los Imanes.

Ha habido en Cataluña, un mutuo acuerdo. Firmado o no, se sabía. De hecho el imán salafista de una mezquita de Lleida, que manifestó «la conveniencia de aprovecharse de los independentistas», pues ellos «se apoyan en los musulmanes para conseguir votos».

De las 98 mezquitas de la línea más radical del islam, 50, están en Cataluña.  Son los salafistas, que aceptarían «una Cataluña independiente, integradora y multicultural, con el catalán como lengua y el relato de la nación catalana, siempre y cuando se respetase plenamente a la religión musulmana y se reconociera el derecho de sufragio de los musulmanes por residir en el país».  [enlace]

Los nacionalistas priorizaron a estos inmigrantes, sobre los hispanohablantes; les subvencionaron ampliamente y cedieron espacios para sus mezquitas; hicieron la vista gorda sobre sus prácticas y la actividad de sus Imanes, como se demostró en los atentados de Barcelona. No es extraño que en los últimos 10 años, la inmigración islámica se ha incrementado, pasándose de 30.000 a casi 700.000. ¿Eso ayudó a la integración de los musulmanes?

No, pero e independentismo dio el segundo paso: fomentar la afiliación de inmigrantes incluyéndoles, en algunos casos en las candidaturas electorales. Para llevarlo a la práctica, crearon sendas organizaciones: Nous Catalans y  la Sectorial de Políticas de Inmigración.

Como respuesta, ellos acudieron a las manifestaciones y cedieron las mezquitas (como Manlleu) para colocar urnas y animaron a votar a favor de la separación de España.

2) El catolicismo, los  curas y los obispos.

Dos especialistas, uno de fuera y otro de dentro exponen los hechos. El abogado, laico, Oriol Trillas escribió: «Iglesia y proceso soberanista«; y Custodio Ballester (párroco), publicó una «Carta de un párroco de extrarradio a los obispos nacionalistas«.

No intento hacer juicios de valor, sino que con ellos,  se conozca fuera de allí esa realidad.

Oriol Trillas descubre el por qué y el cómo, en las bases. Para el referéndum ilegal del 1-O, la Generalidad estableció que los locales electorales se establecieran en centros de educación pública. Pero solo había 89 y no eran suficientes.

¿Quién acudió a solucionar el contratiempo? No podían ser otros que los colegios religiosos, representados por la Fundación de Escuelas Cristianas de Cataluña dirigida por el jesuita Enric Puig. Su número dos ha sido Carles Armengol. Armengol, es el promotor del grupo «Cristians per la Independència». Utilizó el Santuario de Pompeya, el 28 de septiembre, para rezar por el éxito del referéndum.

Aportaron una veintena de colegios, con las dominicas de Horta, los jesuitas de Caspe, San Gervasi y el Clot; los escolapios de San Antonio; las Vedrunas de Gracia, el Corazón de María de Nou Barris, el Padre Mañanet de Les Corts, los colegios maristas y los de La Salle.

Tras los colegios físicos, hay un fondo. Sin el adoctrinamiento de estos colegios religiosos,-dice el abogado-, no se habría alcanzado jamás el delirio independentista del que participan casi la mitad de los habitantes de Cataluña; y sin la inmersión lingüística y sin la imposición del catalán, jamás se habría dado lugar al discurso del odio que anida en una parte de nuestra población. A nadie se les escapa que, sin la tergiversación de la Historia que se enseña en estos centros, jamás habría podido fructificar ese ánimo anti-español que ha hecho mella en una parte de nuestra juventud.  Y lógicamente, esos alumnos, llegan después a la universidad.

Pero Oriol Trillas va más allá. Dice que La Fundación de la Escola Cristiana ha realizado una verdadera labor de ingeniería cultural, pasando de cristianizar alumnos a convertirlos en militantes del secesionismo. Una política siempre arropada por el poder establecido. Y afirma que: se han aplicado con esmero. Recuerden dónde se contaba a los niños de 5 años el cuento sobre los policías buenos y malos y la muerte del rey.

Añádase a cesión de colegios, las parroquias, campanarios, para colgar esteladas, recintos de culto para recuento de votos en templos con la agente dentro (Vilarodona), y homilías incendiarias en centros monásticos, interrumpidas con aplausos.

Jordi Cantallops dijo en el Mundo: «soy inspector en Barcelona y sí, se adoctrina en los colegios«. De inmediato,  ha sido expedientado. Prohibido decirlo. Pero, como dice Javier Vila, ya tienen la respuesta si se preguntan de dónde salen tantos independentistas.

Los obispos. Son la máxima autoridad eclesial en su diócesis. La gente se pregunta, ¿han sido ajenos a todo esto? ¿Se han sometido a los criterios ideológicos del separatismo? ¿Pueden ellos haber apoyado el referéndum?

Los obispos catalanes han mantenido un perfil neutro que en algunos casos ha descontentado a sectores independentistas y también a unionistas. En algunos casos dejaron a un lado la neutralidad.

Según consta, el 13 de mayo 2017, los obispos de Cataluña difundieron una nota conjunta en la que se declaraban «herederos de la larga tradición de nuestros predecesores, que les llevó a afirmar la realidad nacional de Cataluña».  Y  añaden: «Conviene que sean escuchadas las legítimas aspiraciones del pueblo catalán, para que sea estimada y valorada su singularidad nacional, especialmente su lengua propia y su cultura».

La alcaldesa socialista de Hospitalet, Nuria Marín, había escrito al obispo deseando fuera apartado de su parroquia un cura que, no estaba a favor del procés.

Custodio Ballester, era un cura de a pie, párroco de la Inmaculada en el barrio de Sanfeliu de Hospitalet de Llobregat.  Fue él quien dirigió el 16 de mayo de 2017, una carta a los obispos, en la que les denuncia que no hablen del Pueblo de Dios, sino del pueblo de Cataluña y añade, con dolor, que en su nota, los obispos «no hablen en ningún momento ni de Cristo ni de su iglesia».

El mismo Puigdemont agradeció, en Facebook, el apoyo de los obispos.

Según esa lógica, se pregunta Mn Custodio si «¿debemos entonces aceptar que se abra el camino a todos los sacerdotes, religiosos y religiosas de sus diócesis para que se pongan al servicio incondicional del nuevo Estado inmoral y tiránico que se quiere refrendar contra la mitad del pueblo catalán y contra el resto de España?».

Ballester, entiende que «la realidad nacional de Cataluña no es un concepto pastoral, sino político» y critica que los obispos «hayan legitimado las aspiraciones de menos de la mitad de los catalanes».  Cuestiona el llamamiento al diálogo: «Insisten en que se ha de dialogar con ellos. ¿Sobre qué? ¿Sobre el calendario de imposición de la corrupción moral?».

En el mes de julio, el valiente sacerdote, fue fulminado o «purgado», por el Cardenal Omella, alejándole de la parroquia e incluso de España, con un año sabático, y «permiso de ausencia de la archidiócesis«.

La Conferencia Episcopal emitió un comunicado sobre la grave situación de Cataluña pidiendo «diálogo y evitar situaciones irreversibles», algo que no fue bien recibido por el Gobierno, que pidió a la institución que «dejara la política a los políticos».

Los 400 sacerdotes catalanes, diáconos y religiosos. Un día después del comunicado de los  obispos, en septiembre,  estos 400 firmaron un manifiesto a favor del 1-O. Se trataba del primer apoyo explícito a la celebración de la consulta independentista convocada por la Generalitat, como «algo legítimo y necesario» en contra de las advertencias del Tribunal Constitucional.

Tres días después del referéndum ilegal del 1-O, el presidente catalán pidió la mediación de los obispos para solucionar el conflicto con el Gobierno. ¿Era posible el diálogo cuando se habían volado todos los puentes constitucionales?

Tras la entrada en vigor del 155, para quienes se han situado al margen de la ley, ¿no sería necesaria una reflexión del independentismo religioso de cara al respeto, la libertad y la legalidad de la convivencia democrática?  Eso pasaría, por desterrar el odio, aceptar la pluralidad sin ruptura política, social, familiar y religiosa.

¿Qué hace la Iglesia ante el conflicto independentista en Cataluña? El Cardenal Omella, señalaba el 2 de noviembre, que «La apuesta de futuro va en esta línea: encuentro y diálogo”.

Sí. Una parte de la jerarquía, del clero sigue ahí, apuesta por el procés y es parte activa del mismo. Aunque descarrile la política, religiones y escuelas seguirán adelante con el virus y el adoctrinamiento.

¿Para cuándo sembrar la semilla de la convivencia, el respeto a los demás, ser más amables los unos con los otros, si, como dijo Carl Sagan, nuestra Tierra con nosotros, es una mota suspendida en un rayo de luz?

Si alguien no cree al astrónomo, puede ver el VIDEO, By Carl Sagan.

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa