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Por José Manuel Belmonte, Dr. En Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa. Publicado en su blog Esperando la Luz el 12 de septiembre de 2021

Partiendo de un hecho, se puede hacer una reflexión simple, que ayude a una comprensión global de la que se pueda sacar alguna enseñanza. 

1.- El hecho.

Como consecuencia de la salida de los occidentales de Kabul, gracias a la evacuación realizada por varios países, entre ellos España, salieron de allí miles de nativos.  Si bien la evacuación tuvo lugar desde el 25 hasta el día 31 agosto, en diversos vuelos, llegaron a España 2.O51 afganos.  Una vez aquí, se tomaron las medidas necesarias para organizarse y ayudar a las personas acogidas.

Al hacerlo se encontraron, entre los refugiados, que había familias enteras; lo cual era normal. Así que desde el primer momento, los servicios sociales, pusieron manos a la obra. La rapidez fue asombrosa y rápida, en algunos casos. De tal modo que El Heraldo del Henares el mismo 25 de agosto a las 17,30 daba cuenta de que 2 familias habían sido alojadas en 2 apartamentos en la localidad de Sigüenza,  provincia de Guadalajara.

«Dos familias de refugiados procedentes de Afganistán han sido trasladados desde la Base Aérea de Torrejón de Ardoz hasta Sigüenza para ser acogidas en el centro de refugiados que tiene en la Ciudad del Doncel la organización no gubernamental Accem.

Estas dos familias, compuestas por un total de 13 personas han sido trasladadas a dos de los apartamentos de la Asociación Católica Española de Migraciones, Accem, en Sigüenza, debido a que las plazas de protección internacional del centro tienen en este mismo municipio están prácticamente ocupadas».

Conviene aclarar que  Accem es una ONG española que trabaja para mejorar la calidad de vida de las personas refugiadas,  migrantes o colectivos en situación o riesgo de exclusión social.

La nota del periódico citado añadía: «Dos familias de refugiados afganos compuestas por un total de 13 personas ya están acogidas en el centro de Accem en Sigüenza«.  Hasta ahí todo normal en una acogida a personas que llegan a un país desconocido.

2.- El dato.

Dejando aparte otras consideraciones, tal vez lo más relevante, sea lo que el que periódico citado añade al finalizar: «De estas 13 personas, algunas de las cuales hablan español, 9 son niños, como ha confirmado hoy mismo en rueda de prensa el responsable de esta organización no gubernamental». (ver enlace).

Si hay 9 niños en dos familias inmigrantes, independientemente de cuántos hijos tiene cada una y las edades de los padres, el punto de mira se pone en la fertilidad de los inmigrantes. Es un dato que, pone a España y a Europa, por contraste, ante el espejo del fututo. Evidentemente, ese dato, que parece una simple anécdota, tiene mucha importancia.

Existen organizaciones y centros, tanto a nivel nacional como internacional que, analizan las tendencias de la inmigración desde las perspectivas sociológicas, económicas, jurídicas y el impacto que puedan tener a nivel local. Se constata que:

La Unión Europea en 2020 pierde población por primera vez desde 2011. Por exceso de mortalidad (534.000 muertes más que en 2019) por la Pandemia, principalmentepero también por razones demográficas como el descenso de nacimientos y envejecimiento de la población.

España ha seguido el mismo camino, pero el número de fallecidos por coronavirus varía -lamentablemente- según la fuente a la que se acuda en busca de datos oficiales si bien no hay que olvidar el elevado número de defunciones por la Covid-19, el envejecimiento y los abortos. (España registra la cifra más alta de abortos del último lustro: más de 99.000 interrupciones, que son -3.232 abortos más que en 2019-; y aumentan en medio millar las jóvenes menores de 20 años que pusieron fin a su gestación, respecto al año anterior).

En todo caso las migraciones han compensado la incesante caída de la natalidad y, en algunos zonas, la falta de relevo generacional (ver enlace).

Por lo tanto, con un índice de fertilidad de 1,3 no se puede sostener porque requeriría de 80 a 100 años para que pudiera corregirse. Y eso es imposible. No existe ningún modelo económico que pueda sostener una cultura durante ese tiempo.

Según los expertos, para que una cultura se mantenga por un período de 25 años se requiere una tasa de fertilidad de 2,11, con cualquier tasa menor esa cultura decaerá o será absorbida.

En 2007 la tasa de fertilidad de los principales países europeos era ya prácticamente insostenible. Si se ha ido manteniendo hasta hace poco ha sido gracias a la inmigración. Ahora bien, durante los últimos años, el 90% de la inmigración hacia Europea ha sido de la inmigración musulmana o islámica.

Según el Instituto nacional de Estadística de España la población aumentó en 392.921 personas durante 2019 y se situó en 47.329.981 habitantes a 1 de enero de 2020. El saldo migratorio positivo de 451.391 personas compensó el saldo vegetativo negativo de 57.146 personas (ver enlace)

 La UE con de 446 millones y los países limítrofes, tampoco están en condiciones de competir, con el dato de esas familias alojadas en Sigüenza, con un índice de fertilidad de 4,5.

Se puede calcular o imaginar, cuánto tardarán aproximadamente en llegar los hijos de esas familias a los 18 años, para tener las condiciones y la decisión de engendrar. Las circunstancias socioeconómicas de los jóvenes españoles (ellos y ellas) que -en general- suelen retrasar casi 10 años, e incluso más, esa decisión.

El contraste entre la realidad española y europea con el dato de la inmigración, es para pensar y tenerlo en cuenta. Con todo, el problema no es, ni puede ser solamente el tema de fertilidad, porque abarca muchos campos.

PD: Hoy mismo, en El Confidencial, Jesús Fernández Villaverde, dice textualmente: «Si usted tiene menos de 50 años será probablemente testigo, en unas tres o cuatro décadas, de algo que ningún ser humano ha visto en los últimos 60.000 años: una caída sistemática y prolongada de la población humana. Este descenso no será consecuencia de una epidemia o del cambio climático (aunque estos fenómenos puedan agudizar la transformación demográfica), sino del colapso de la fertilidad en casi todo el planeta. Y, sí, empleo la palabra «colapso» sin exagerar» (ver enlace).

3.-Actualmente unos 25 millones de musulmanes, viven en los estados de la Unión Europea.

Antes de que se comenzara a hablar de inmigrantes, en los años 80, se les empezó a percibir no como inmigrantes de Marruecos, Pakistán o Turquía, sino como “musulmanes” que ponían en peligro el tejido social europeo. Los atentados perpetrados por minúsculos grupos de fanáticos y la radicalización de miles de europeos de origen musulmán han hecho resurgir un sentimiento antimusulmán. «A menos que haya un esfuerzo por parte de los inmigrantes para integrarse y cierta apertura por parte de las sociedades, las tensiones resultarán preocupantes«.

La Unión Europea no ha sabido sacar al mundo árabe de su estancamiento económico y su anemia política.  Así que como acertadamente viene diciendo Bichara Khader, especialista del mundo árabe contemporáneo y de las cuestiones euro-árabes hay que repasar la historia, para frenar la radicalización y mejorar la integración de los musulmanes en los países de acogida.

Las encuestas de opinión pública en nuestro continente muestran cada vez más el temor y antagonismo hacia los musulmanes europeos, vistos como amenaza para las identidades nacionales y para la seguridad interna del tejido social. Los musulmanes, por su parte, están convencidos de que la mayor parte de los europeos rechazan su presencia y ridiculizan su religión. Los puntos  de vista son «radicales y casi excluyentes», si no se tienden puentes.

Si muchos musulmanes se están trasladando a Europa de forma definitiva, -y solo una minúscula minoría de musulmanes se dedica a actividades radicales-, ya que la inmensa mayoría quiere vivir en paz, y si las políticas europeas de integración han sido erráticas e incoherentes, persiste en el fondo una incomprensión que alienta una peligrosa islamofobia. La radicalización de algunas conductas en las sociedades de acogida, tiene que ser revisada. Igualmente se necesita un esfuerzo de las comunidades de inmigrantes, (musulmanes y de otras religiones) para  fomentar  la convivencia en paz (ver enlace).

4.- Superar las divisiones de estados, razas, culturas y creencias, descubriendo lo que nos une.

Los musulmanes están presentes en Europa desde los inicios del islam, en el siglo VII.  No se puede negar la inmigración ni de los musulmanes ni de ninguna otra creencia o procedencia. No puede considerarse un fenómeno importado y menos en España, donde en el pasado convivieron 3 culturas y 3 religiones.

Las creencias de las personas, no deberían nunca excluir a nadie que tenga otra fe, de la pacífica convivencia humana.

El radicalismo islamista en Europa sigue siendo marginal, y no obedece tanto al fracaso de la integración como a la comunicación a escala mundial, ligado a una ruptura de identidad y a la exposición de los jóvenes musulmanes europeos a las insoportables imágenes de destrucción y violencia en muchos países musulmanes.

Ni los nativos europeos, ni los inmigrantes vivimos peor que nuestros padres.  Ahora estamos compartiendo el espacio y el tiempo, en camino hacia lo verdaderamente importante, superando los traumas y las fobias, aprendiendo a convivir, crecer en empatía, paciencia y no violencia, hacia la síntesis de todas las virtudes en la lección más importante: el amor.

Amar es comprender todos los misterios, la fuerza de toda evolución, lo único que vamos a llevar cuando nos vayamos y pasemos a la dimensión de la inmortalidad. Por eso el amor es, la verdad de todas las creencias, la esencia que está en el corazón de todos y de cada uno, cuando llegamos a la vida. El amor, prosigue al otro lado de la vida y de todas nuestras vidas hasta llegar al alma única.

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa