¿Tercera dosis de refuerzo o vacunar a más gente, especialmente en países pobres?

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Por Nicolás Jouve, catedrático Emérito de Genética de la Universidad de Alcalá, Presidente de CiViCa. 18 de septiembre de 2021.

Según un estudio realizado en Israel y publicado en News de Nature [1] hace tres días, la vacuna de refuerzo contra la Covid-19 se muestra prometedora. El riesgo de enfermedad grave disminuye en un factor de casi 20 en personas mayores de 60 años.

Israel,  comenzó temprano a vacunar a su población, y comenzó a ofrecer terceras dosis de la vacuna Pfizer-BioNTech en julio, a personas de 60 años o más.

Los israelíes mayores que han recibido la tercera dosis de esta vacuna tienen muchas menos probabilidades de dar positivo por SARS-CoV-2 o de desarrollar COVID-19 grave que aquellos que han recibido solo dos pinchazos, según un estudio muy esperado publicado el 15 de septiembre [3]. Según señala Nature, el régimen estándar para las vacunas contra la COVID-19 basadas en ARN mensajero es de dos dosis, pero algunos gobiernos, incluido el de Israel, han comenzado a administrar terceras vacunas de «refuerzo». El último estudio evaluó a 1,1 millones de israelíes mayores de 60 años que habían recibido sus dos primeras dosis al menos cinco meses antes. Doce o más días después de recibir un tercer pinchazo, los participantes tenían aproximadamente 19,5 veces menos probabilidades de tener COVID-19 grave que las personas del mismo grupo de edad que habían recibido solo dos pinchazos y fueron estudiados durante un período de tiempo similar.

Sin embargo, se discuten los beneficios de ofrecer una tercera dosis. Pero los posibles sesgos en los datos dejan a algunos científicos poco convencidos de que los refuerzos sean necesarios para todas las poblaciones. Los datos no disipan las preocupaciones sobre la equidad de la vacuna cuando miles de millones de personas todavía están esperando su primer pinchazo. Así, se advierte que los estudios observacionales como este análisis pueden contener sesgos que son difíciles de identificar y explicar. Por ejemplo, las personas que se inscriben para recibir un refuerzo pueden tener un riesgo diferente de COVID-19, o comportarse de manera diferente, de las personas que no reciben un tercer pinchazo.

El problema es además de carácter bioético, pues hay todavia una gran proporción de la población en muchos países que no ha recibido la primera vacuna… Paradójicamente,  mientras que una gran cantidad de las naciones más ricas consideran ofrecer vacunas de refuerzo, hay muchas carencias en paises pobres,

Particularmente estoy muy de acuerdo con el comentario de Ellie Murray, epidemióloga de la Universidad de Boston en Massachusetts, que señala que «Desde una perspectiva de salud pública, es mucho más impactante vacunar a más personas que aumentar la efectividad de la vacuna en unos pocos puntos porcentuales en aquellos que ya han recibido la vacuna».

Y qué decir de la situación en España. Aquí, se produce un fenómeno muy singular, mientras se constata un buen ritmo de vacunación hasta alcanzar el 70% de la población, lejos aun del 90% necesario para conseguir la inmunidad de rebaño, se anuncia que algunas CCAA tienen un exceso de dosis en sus congeladores, hasta el punto de haber rebasado la fecha de caducidad, por lo que terminarán desechándose. Es una falta de responsabilidad y resulta inmoral tirar miles de vacunas por una falta de previsión, máxime cuando escasean en países de escasos recursos sanitarios.

[1] Max Kodlov. COVID-vaccine booster shot shows promise in Israeli study. Nature  doi: https://doi.org/10.1038/d41586-021-02516-4

[2] Bar-On, Y. M. et al. N. Engl. J. Med. https://doi.org/10.1056/NEJMoa2114255 (2021).

[3] Krause, P. R. et al. Lancet https://doi.org/10.1016/S0140-6736(21)02046-8 (2021).

Nicolás Jouve de la Barreda
Nicolás Jouve de la Barreda
Catedrático Emérito de Genética de la Universidad de Alcalá. Presidente de CiViCa.