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Por José Luis Velayos. Catedrático de Anatomía, Embriología y Neuroanatomía, Profesor Extraordinario de la Universidad CEU-San Pablo – Miembro de CíViCa. Enviado el 10 de noviembre de 2021

En los animales y en el hombre se dan dos formas existenciales: macho y hembra (varón y mujer), formas complementarias, cuya unión puede originar vida.

Ambos sexos tienen la misma dignidad: ser hijo/a de Dios. Por eso, es una aberración la violencia de género, sea en sentido femenino o masculino. Y también es aberrante considerar como derecho de la mujer el de hacer con su cuerpo lo que quiera (por ejemplo, abortar una vida, que no es la suya). Por otra parte, el cuerpo, realmente, no es absolutamente propio, ya que ha de estar inmerso en el respeto a sí mismo y a los demás.

El matrimonio es una unión de un hombre y una mujer, una pareja con propiedades fundamentales, entre otras, y esencial, la de ser permanente, y con la finalidad de procrear. Se podrá decir, de forma humorística, que el patrimonio es temporal, sin embargo, el matrimonio es permanente. Hombre y mujer, en el matrimonio, forman una sola carne. Si es una, no puede ser doble y no puede dividirse.

Hoy día se entiende por libertad el hacer lo que a uno le venga en gana. Sin embargo, la libertad implica poder elegir el bien, y no el mal. Implica determinar la vida, fijar el ánimo en el bien, para seguir eligiendo, y seguir la senda que nos marcamos en la vida. Es un “atarse” al bien, para estar desasido. El matrimonio constituye una “atadura”, en que los dos viven en el mismo yugo (son cónyuges)

El compromiso va con la libertad. Romper un compromiso equivale  a romper con la libertad. Romper las ataduras va con la ruptura de lo más íntimo del hombre. El hombre, tal como decía Zubiri, es un ser ligado.

El feminismo, corriente de moda en estos tiempos, si es verdadero, admite que los dos sexos son iguales en dignidad, sin tratar de masculinizar a la mujer o de feminizar al hombre. Al mismo tiempo, hombre y mujer son diferentes (“diferentes en la igualdad”, como dice el Prof. J. Bernardo).