La vacuna, además de ser eficaz para proteger a la persona vacunada de sufrir la enfermedad, también reduce drásticamente la posibilidad de que ésta pueda transmitir el virus a otras personas.
15/03/2021
Perspectivas de futuro de un planeta más limpio
15/03/2021

Por José Luis Velayos (Catedrático de Anatomía, Embriología y Neuroanatomía, Profesor Extraordinario de la Universidad CEU-San Pablo – Miembro de CíViCa).

Dios nos ha hecho libres, y la libertad es un don que nadie nos puede quitar. Un encarcelado, un preso, un enfermo, un ciudadano en un régimen totalitario es libre porque nada ni nadie puede arrebatarle lo que es más íntimo, que es ser  hijo de Dios. Es una condición tanto del sano como del enfermo, del individuo en coma como del hombre totalmente lúcido y despierto. La libertad es algo interior, profundo, propio de la especie humana.

Napoleón y, de otra manera Hitler, intentaron la unificación de Europa bajo el signo de una ideología. Acabada la II Guerra Mundial, surgieron tendencias integradoras, con otro cariz, a través del Euratom, el Benelux,  etc., y posteriormente el Mercado Común.

Pero la uniformidad no significa unidad, sino la agregación de individualidades para formar un todo compactado, gracias a una argamasa ideológica que manipula voluntades. Algo parecido sucedió en la época de la Unión Soviética, que amalgamó los países del Este Europeo, los situados al otro lado del “telón de acero”.

El término “Nuevo Orden Mundial” fue utilizado tanto por Mijail Gorvachov como por George H. W. Bush, coincidiendo con el fin de la guerra fría, dentro del espíritu de cooperación entre las grandes potencias (“Novus ordo seclorum”, es la divisa que aparece en el reverso de los billetes de Estados Unidos).

En la actualidad, de alguna manera se está imponiendo una universalidad de costumbres en cuanto al modo de vestir, modos de hablar, de escribir, de divertirse e incluso de pensar. La llamada “ideología de género” entraría dentro de estos parámetros, separando, de una forma no natural el género del sexo. ¿Estamos en la llamada “nueva normalidad”?

Y en el Nuevo Orden Mundial habría un seguimiento masivo de las personas, con alguna excusa, que  en estos días, sería el detener la pandemia de los coronavirus.

Y es que la pandemia  de los coronavirus ha hecho que afloren nuevamente las tendencias a la globalización. ¿Se creó el nuevo coronavirus en un laboratorio? ¿Fue la modificación de un virus ya existente?

Internet coopera a la globalización. Pero el peligro es entrar en una sociedad “orweliana”, en que se vigila el pensamiento a través un Ministerio de la Verdad o del Pensamiento. El adormecimiento de las mentes es el prólogo de la intervención sobre la libertad personal, y seria rechazado (incluso castigado) el que no piense como esté programado. En este linea, prodria decirse: “No pienso, luego existo”.

Forma parte del “sistema” la aceptación del género como elección personal y considerar que el sexo biológico es como un añadido, una cuestión accidental, que puede soslayarse e incluso ignorarse. Se podría elegir ser hombre o ser mujer, independientemente de la anatomía genital, de la dotación cromosómica, de la carga hormonal. Y se podría hacer la elección en cualquier momento, y revertir la elección cuando se quiera: por ejemplo, se es varón desde ayer a las 14 horas, y se es mujer dentro de tres días, a las 18 horas. Todo esto quiere decir que se interpreta el sexo como algo sociológico, más de tipo cultural que biológico, más bien un “rol”, como dicen algunos.

Y parece ser que dentro de este Nuevo Orden se quiere incluir, en calidad de “derechos”, algo tan antinatural como el aborto y la eutanasia, es decir, sin eufemismos, al fin y al cabo, derecho a matar. Realmente, estas prácticas trastornan el orden orgánico y al mismo tiempo el orden personal de un  hombre o de una mujer en concreto.

Y en el Nuevo Orden todas las religiones son verdaderas. Por eso, atentar especialmente contra la Iglesia Católica está bien visto. Se dice que lo religioso no debe aparecer en la esfera pública, sino en la intimidad, negándole el derecho a manifestarse. En el fondo de la cuestión late la alternativa entre laicidad y laicismo.

En cierta manera, contribuyen a la implantación de tal Orden inventos espectaculares tales como las retinas artificiales, las interfaces cerebro-prótesis cerebro-ordenador, los grandes avances en las prótesis auditivas, la comunicación interpersonal en el acto y sea cual sea la distancia, los móvlles de última generación, etc., etc.

Caben una serie de  peligros: ¿Se podría controlar de forma puntual a los individuos a través de los datos sanitarios, económicos, religiosos, etc.? En este sentido,  ¿constituyen los hombres un material manejable, medible, manipulable? ¿Es el hombre un ser verdaderamente libre? ¿Le es posible rebelarse contra la cada vez más poderosa manipulación?  ¿Se avecina la existencia de una autoridad global que controle el mundo? ¿Tenemos ya al “Gran Hemano” de Orwell?

Por otra parte, ¿no ha llegado con la Redención un verdadero Nuevo Orden Mundial?