La Cooperación: Estado Aconfesional y Creencias Religiosas
18/10/2020
Nuestro destino está en las estrellas
18/10/2020

Por José Manuel Belmonte, Dr. En Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa. Publicado en su blog Esperando la Luz el 26 de septiembre  de 2020.

Solo hay una forma de escapar de la destrucción a la que nos está intentando someter el 1% de personas que tiene más poder que el 99% restante de la población mundial es: ¡Darse cuenta de su poder y sus consecuencias! De hecho el 1% de ese 1% es dueño del 99% de los recursos naturales.

Nunca hasta ahora en la historia de las civilizaciones, el poder había estado tan concentrado. Hoy, gracias a la tecnología, los recursos naturales, los medios de producción y los medios de difusión, el poder está en manos de unos pocos poderosos. No sin razón les llaman «Los Amos».

Algunos de los Amos, llevan años avisando de que iba a llegar una pandemia que iba a matar a millones de personas. Y además se han propuesto reducir por lo menos en un 15% el exceso de población mundial, combinando vacunas, sistema sanitario, aborto y eutanasia. Se intenta desde las más altas instancias de los organismos de poder mundial en general, y de cada nación en particular. Con todo ello, la Humanidad y la Naturaleza actuales están en peligro  y tal vez ¿de «parto» de una Nueva Humanidad?

Cierto que hay un dato nuevo: nunca en la historia, ha coexistido en este planeta una población como ahora, cercana a 8 mil millones. La Naturaleza ofrece recursos para poder ser alimentados. Pero, lo preocupante es que nunca había habido tanta hambre, tanta manipulación, tanta falta de libertades, tanto miedo y desconfianza propiciado precisamente por ese poder y su ramificaciones. Puede parecer un poco diabólico.

A este poder y esta iniciativa, algunos lo llaman, precisamente así: «Pandemonium«.  Según el significado se trataría de un «Lugar en el que hay gran confusión, ruido y griterío«. Más que un lugar concreto, ya es el mundo entero. Y dentro de él «hay uno que se convierte en enemigo arquetípo». Javier Villamor lo ha dicho en «Alto y Claro»:

1) La verdad  es libre, anda suelta, no se impone.

La vida no se acaba. La apariencia física concreta termina de forma natural, aunque nadie conoce la fecha de caducidad. La gente lo sabe, pero no todos son conscientes. La población, en general, tiene vista, pero no todos «ven»: 1) unos, no quieren darse cuenta porque creen que no ven, como el que busca las gafas que lleva puestas; 2) otros, no se atreven a ver la ruina de la Humanidad, porque les asusta; 3) algunos,  contratan albañiles que pueden reformar algo para que la Casa-Naturaleza-Humana, no se caiga;  4) muchos, ante lo que hay fuera, (manipulación, contagios sin saber dónde ni por qué, ruido de bulos, mensajes contradictorios, recorte de libertades y también  irresponsabilidad… prefieren no salir de casa. ¡Ya escampará!

Bill Gates, es pesimista con lo que está pasando y va a pasar. Piensa que la Humanidad retrocederá por lo menos 30 años, y habrá más muertes por los daños colaterales de la pandemia que por el propio virus (OKDIARIO 17/09/2020). Y 5) los «dueños» de los derechos. En medio de la mayor crisis sanitaria a nivel mundial y nacional, «ellos», nos traen no más apoyo a la vida, sino más muerte: la eutanasia. Por ley de vida, se aplicará especialmente, a las mal llamadas «las personas de riesgo» (se ha aplicó en la anterior pandemia).

162 catedráticos de Derecho de toda España: declaran en un escrito que la ley de eutanasia es inconstitucional.

2) ¿Puede haber intereses, detrás de una ley que nos traen sin ser necesaria? 

No han desmentido a Villamor que lo dijo «alto y claro». Citaba a Soros, y a otros poderosos cuyas reuniones son conocidas. Dejo constancia, -para que nadie se llame a engaño- del error de pensar siempre en los mayores. Lo ha escrito un Catedrático Honorario de Anatomía y Neuroanatomía de la Universidad de Navarra: «Son personas de riesgo los pesimistas, los tristes, los apocados, los derrotistas, porque ponen trabas a la vida. El pesimismo también se contagia» (José Luis Velayos). Y contagia también la ideología, la servidumbre de los Amos y el ansia de poder.

Un grupo de médicos, académicos, empresarios, profesionales sanitarios especializados en cuidados paliativos, políticos y periodistas, denominados «La plataforma  «LOS 7.000″, urgen al Congreso a que detenga la Ley de Eutanasia; «Consideran «improcedente» y una «muestra de gran falta de sensibilidad» que, «cuando el país expresa un duelo inmenso por el gran número de personas que han perdido, y otras siguen perdiendo la vida por la pandemia» del Covid-19, el Congreso de los Diputados «tramite una ley de eutanasia». ¿Demanda social? ¿Falta de medios?

Según recuerdan, en torno al 80% de los fallecidos por la pandemia han sido personas de más de setenta años. «En la mayoría de los casos las muertes han sido debidas a falta de atención hospitalaria y recursos sanitarios, sin la posibilidad siquiera de contar con remedios paliativos, llegándose incluso a la criba por razón de la edad» (https://www.abc.es/sociedad/abci-centenar-personalidades-urgen-congreso-detenga-ley-eutanasia-202009231100_noticia.html).

Hace dos años, el Dr. Javier Rocafort, director médico del Hospital Centro Cuidados Laguna de Madrid, en una entrevista en Diario Médico decía «Hay sobre 60.000 personas que cada año están sufriendo innecesariamente porque necesitan cuidados paliativos avanzados y no los tienen. Cada día hay unas 150 personas que sufren innecesariamente… Cada diez minutos, una persona fallece en España con sufrimiento».

Para evitarlo, hay que «humanizar el tránsito» es decir «la muerte». Como escribe Nicolás Jouve de la Barreda, (Doctor en CC Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid y catedrático de Genética desde 1977,y Profesor en la Universidades Bilbao, UNIR y Catedrático Emérito en Alcalá): «lo que desea quien se siente mal y abocado a ese final es evitar el sufrimiento y dejar este mundo, si ello es posible, de la forma menos traumática posible, desde las perspectivas física, psíquica y espiritual. Y eso es precisamente lo que suministran los cuidados paliativos, un soporte médico junto al enfermo y a su entorno familiar, eludiendo la eutanasia y el encarnizamiento terapéutico y proporcionando al moribundo lo que sea humanamente posible en las dimensiones física, psíquica y espiritual».

Se pregunta, y con razón el humanista Profesor Jouve: «¿Es esa la respuesta a tantos ancianos que han fallecido en las residencias y a tantas personas que a pesar de los esfuerzos médicos han muerto en circunstancias de soledad y sin el soporte psíquico y espiritual adecuado? Por favor, un respeto a la vida de todas esas personas. Un respeto a la vida y, lo que hay que hacer es legislar para atender las deficiencias actuales y las necesidades de las personas que por las circunstancias que sean tienen próximo el hecho irreversible de la muerte».

Y puntualiza: «el error nuclear en el planteamiento de quienes reivindican la eutanasia es que confunden el extravagante derecho a morir con el derecho a ser matado. Que es a lo que se refiere el suicidio asistido». (enlace)

Lo cierto es, añade en otro lugar, que «el hecho se pretende justificar con el eufemismo de «muerte digna» en sustitución de «eutanasia» o con el establecimiento de parámetros para evaluar la «calidad de vida».

No es lo mismo leerlo que escuchar algo parecido desde el mismo hospital y desde la cama de un enfermo. El enfermo, los familiares, el personal sanitario y por supuesto los médicos, también tienen derechos. ¡Hay que respetarlos! Así que los  parlamentarios deberían escuchar el corazón del enfermo, el de los sanitarios y, su propio corazón. Lo digo porque lo que ofrecen es: «La presente ley pretende dar una respuesta jurídica, sistemática, equilibrada y garantista, a una demanda sostenida de la sociedad actual como es la eutanasia». (Primera línea de la «Proposición de Ley Orgánica de regulación de la eutanasia«).
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¿De verdad, es una demanda sostenida es decir constante de la sociedad actual, fuera de algunos casos concretos? Por favor, que nadie se vaya de esta vida con la sensación de que «Todo es mentira». Se han ido demasiadas personas, sin cuidados paliativos, solos y sin asistencia psíquica y espiritual. «Ante la situación que estamos viviendo,( ha dicho Risto) esta taberna de baja estofa se ha convertido en un pleno que ya no importa a nadie».(https://www.abc.es/play/television/noticias/abci-monumental-enfado-risto-mejide-gobierno-verguenza-ajena-202009241312_noticia.html)

Cada uno pude hacer con su vida lo que quiera, pero, no deberían obligar a nadie a «ser Caín«. Es discutible hacer creer que eso es un derecho.

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa