¿Son los latidos del corazón o la actividad cardiaca lo que da valor a la vida humana?

Nota de los Obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida ante las nuevas leyes (Trans y aborto).
10/10/2022
Descanse en Paz Cesar Nombela Cano (1946-2022). Socio Fundador y asociado de honor de CiViCa
14/10/2022

Por Nicolás Jouve, Dr. en Biología, Catedrático de Genética y Presidente de CíViCa, Ciencia Vida y Cultura y ex -miembro del Comité de Bioética de España (en portada ecografia a las 6 semanas: NACE Non Invasive Prenatal Test).

La «identidad genética» constituye la propiedad biológica más importante de cada ser humano y su constitución marca el inicio de la vida. Esta identidad es por si misma singular, propia y diferente para cada individuo humano y la llevamos puesta desde que fuimos concebidos, es decir al producirse la fusión de los pronúcleos de los gametos materno y paterno para formar el cigoto del que cada uno procedemos.

De este modo, el cigoto es la primera realidad corporal de cada vida humana y, desde que se constituye, existe un ser que en la continuidad de su desarrollo pasará por diversas etapas antes del parto, primero la embrionaria en las primeras siete semanas y después la fetal, a partir de la octava. Desde el principio y de forma continua se irán diferenciando las células, se organizarán los tejidos y los órganos, se incorporarán cada vez más y más componentes a la complejidad orgánica, que se manifestará en los rasgos propios de cada persona, poco a poco desde antes y después del nacimiento. Ninguno de los pasos intermedios tiene un significado superior al de la fecundación, que representa el paso de no existir a la existencia. Lo que marca la diferencia en cuanto a la presencia de un ser humano es la aparición de un ente con toda la información y el potencial para su desarrollo. La fecundación es el auténtico big-bang de la vida.

Asentado lo anterior, desde la perspectiva de la ciencia no tiene sentido señalar cualquier otro momento, necesariamente posterior, como dato de referencia respecto al inicio de la vida de un ser humano. En muchas legislaciones de los países occidentales de nuestro entorno se señala como importante para la adquisición de la naturaleza humana el momento en el que el embrión alcanza los 14 días desde la fecundación. Se alegan dos razones muy discutibles y carentes de demostración empírica. Por un lado, se señala que es el momento del comienzo del desarrollo del sistema nervioso, que se supone es cuándo la nueva vida adquiriría la capacidad de sentir. La aparición de los primera indicios del desarrollo del sistema nervioso no ha de suponer más que eso, el inicio del sistema nervioso, no de la vida. Por otro lado, se afirma que a los 14 días cesa la capacidad de que un embrión se escinda y se generen dos seres humanos a partir de lo que inicialmente era uno. El absurdo de este razonamiento es que se reconoce que desde la fecundación hay un ser humano, divisible o no, pero que ya existe. El hecho de que, haya un intervalo de tiempo –no demostrado que pueda alcanzar los 14 días-, en que el embrión sea divisible, no implica que ese embrión no sea ya una vida humana, al menos una, aunque sea divisible, pero con toda la potencialidad para seguir su desarrollo.

Por las mismas razones tampoco tiene sentido adoptar cualquier otro dato significativo del desarrollo como el ascenso a un estatus superior en el valor de la vida. Será más compleja en su corporeidad, pero eso no significa que se deba considerar la aparición del sistema nervioso, las extremidades, el corazón, el sistema inmunológico o cualquier otro órgano o sistema, como más importante que la propia vida. Dedse el punto de vista biológico, la organización corporal debe verse como un proceso continuo desde la constitución del cigoto.

Por eso, no tiene sentido la discutible distinción que propone el lobby abortista americano Planned Parenthood, entre los latidos del corazón y la actividad cardiaca, con la idea de justificar el aborto mientras no se escuchen los latidos, es decir entre las semanas cinco y seis de gestación. En este sentido se ha operado un cambio reciente en la web de esta organización, después de que alguien provida afirmara que ya hay vida humana a las seis semanas porque en ese momento ya se escuchan los latidos del embrión en proceso de formación. Está bien como rearme moral y legislativo en contra del aborto en varios estados de los EE.UU., tras la decisión de la Corte Suprema de anular la sentencia del caso Roe vs. Wade de 1973, pero sin olvidar que lo verdaderamente importante fue lo que ocurrió seis semanas antes.

El que se escuchen o no los latidos o se sienta actividad cardiaca por medio de una prueba de ultrasonido solo demuestra la vitalidad de la nueva vida que crece en el seno materno desde hace semanas. Pues claro que como afirma Planned Parenthood en la quinta y sexta semanas de gestación «se desarrolla un corazón palpitante y un sistema circulatorio muy básicos…y que, una parte del embrión comienza a mostrar actividad cardíaca«, pero eso no significa que se trate de una etapa menos importante que cuando el mismo organismo empezó su ciclo vital o cuando esté completamente desarrollado. La vida debe contemplarse como un proceso en continuidad desde la fecundación a la muerte.

Lo que es claro es que una ecografía que permite ver y escuchar al feto en formación es la mejor prueba de su existencia. Este tipo de pruebas de vitalidad son importantes para confirmar que hay una vida que crece y se desarrolla y en la que se van incorporando cada vez más órganos y funciones. Lo que ocurre es que Planned Parenthood, como también sucede en España con la reforma de la ley del aborto de 2010, trata de evitarlo o menospreciarlo, no sea que haga cambiar de opinión a la madre antes de adoptar la decisión de abortar.

Precisamente entre la cuarta y la novena semanas del embarazo, es decir en la fase embrionaria y comienzos de la fetal, es la etapa más vulnerable y delicada del desarrollo. Es cuando tiene lugar la formación de la mayoría de los sistemas y órganos del cuerpo humano. Sin lugar a dudas la eliminación intencionada del ser humano en formación, en su etapa más débil, frágil y vulnerable, sin dar la oportunidad a la madre de conocer su existencia es una perversión y un atentado a los derechos humanos.

Nicolás Jouve de la Barreda
Nicolás Jouve de la Barreda
Catedrático Emérito de Genética de la Universidad de Alcalá. Presidente de CiViCa.