Cuando uno no se rinde, todo ayuda para vencer.

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Pederastia.
20/05/2019

Por José Manuel Belmonte, Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa. Publicado en el Blog del autor Esperando la Luz el 11 de mayo de 2019

Le preguntaban hace poco al filósofo alemán Peter Sloterdijk, si estábamos perdiendo la capacidad de pensar.

– «No es la capacidad como tal. Es que no se dan las circunstancias vitales que permitan tomar distancia.  Hay que dar siempre un paso atrás, (como cuando se mira un cuadro). Eso te permite convertirte en observador. La vida actual no invita a pensar».

Vivimos tan deprisa que las noticias se atropellan sin darnos tiempo a digerirlas. A veces son tan brutales, que las de hoy nos parecen simplemente repetición de las de ayer.  Nos cuentan las noticias de lo que sucede en el mundo, sin darnos tiempo para pensar y en su caso interiorizar.  Y es que como decía el gran Michelangelo Buonarroti: «el tiempo no respeta lo que se hace sin contar con él».

La vida, como el tiempo no se detiene, camina a su ritmo. Los españoles, hemos creado el aforismo, o el axioma  de que  «hay que darle tiempo al tiempo», sobre todo  cuando lleva o creemos que puede llevar una cierta enseñanza, un apotegma.

Hay que «recular» para ver mejor. Retroceder, permite detener la noticia para ser consciente, analizarla globalmente e incluso sentir. Analicemos dos acontecimientos:

1) El fanatismo no es ni creencia, ni progreso.

Es una actitud irracional en la defensa radical e intolerante de una ideología, una creencia, una cultura, que conduce al odio contra quien no piense, no crea o no pertenezca a la misma. Y cuyas consecuencias, generalmente, sufren los más inocentes.

La gente no puede concebir tanto engaño, tanta mentira y tanta mezquindad, ni el por qué esas actitudes, tan irrespetuosas e intransigentes.

Pero las élites que dirigen el mundo, no  suelen aparecer, pero «conocen la irrefrenable tendencia de la mayoría de las personas hacia los dualismos (bueno y malo, superior e inferior, feo y bonito, a favor o en contra…) y han aprendido a generar y consolidar una percepción dualista del mundo (banderas y bandos ideológicos o de cualquier otra naturaleza, patrias y fronteras, blancos y negros; cristianos y musulmanes, falsas dicotomías, estúpidas rivalidades y confrontaciones…) posicionándose a la vez en ambos extremos para salir ganando siempre del enfrentamiento. Por lo tanto les interesa todo lo que sea dividir y tenga gancho suficiente como para que la gente se coloque voluntariamente en alguno de los polos de la disputa…no importa el coste humano, que esto tenga, en el que puedan rentabilizar el conflicto en beneficio propio» (E. Carrillo, Consciencia).

El pasado 21 de abril, Domingo de Resurrección, se produjeron una serie de atentados contra varias iglesias cristianas y algunos hoteles, en Sri Lanka. La masacre, provocó más de 250 fallecidos, muchos de ellos niños, (22 niños murieron solo en la iglesia de Sión)  en la  que habían sido preparados para recibir los sacramentos, en  la más importante celebración cristiana.

Alguien comentaba que, momentos antes de la explosión, el profesor de la escuela dominical preguntó a estos niños si estaban dispuestos a morir por Cristo. Todos levantaron sus manos. ¿Casualidades?

El antropólogo francés  Claude Lévi-Strauss decía que: «el colmo del absurdo es creer que hemos conseguido un gran progreso espiritual porque en vez de comernos a nuestros semejantes, preferimos mutilarlos física y moralmente».  O simplemente, eliminarlos, aunque el fanático se tenga que inmolar. Según el portavoz gubernamental, los ataques fueron cometidos por al menos nueve suicidas que se inmolaron con explosivos matando a centenares de personas.

Por las cámaras de vigilancia, se pueden seguir algunos de los movimientos preparativos desde las 2 de la madrugada, hasta la ahora de los atentados.

En esa reacción, unos  decían: hay una guerra extremista islamista contra los cristianos de todo el mundo; tenemos que unirnos y combatir el radicalismo islamista.  Otros, se constata una persecución sistemática de cristianos, de sus símbolos e imágenes.  En algunos lugares se ha derogado el delito contra los sentimientos religiosos, con lo que, sin respeto, pueden burlarse de ellos sin temor a ser castigados. Ha habido iglesias quemadas con los fieles dentro. En Siria se ha crucificado a algunos cristianos por negarse a convertirse al islam.

Los corresponsales de algunos medios, que cubrieron la masacre de Ceilán, no distinguieron a pacíficos turistas (entre ellos 2 españoles) ni creyentes ilusionados en una celebración religiosa. Para el periodista de (ABC), solo extremistas y acción-reacción. Después de haber estado «cubriendo las dos masacres sobre el terreno y en ambas ha visto lo mismo: radicales que mataban en nombre de una raza o religión y víctimas rotas por el dolor y la incomprensión. Si le cambiamos las palabras al manifiesto supremacista del australiano Brenton Tarrant, quien mató a tiros a medio centenar de musulmanes en las mezquitas neozelandesas, lo que dice es lo mismo que el clérigo radical Mohamed Zahran Hashim en su vídeo reivindicando en nombre del Daesh los ataques suicidas contra las iglesias ceilanesas, que se cobraron más de 250 vidas». Y más de 500 heridos.

Los comentarios de los medios en los días posteriores al atentado, se posicionaron, como se esperaba, en el dualismo musulmanes -cristianos.  Se informa de lo que se quiere, no de todo. Lo de Nigeria apenas ha trascendido. Las élites (antes citadas), son especialistas en la manipulación de los medios de comunicación y en intentar provocar una cadena de represalias que siga retroalimentándose y desate el odio global. Las Redes Sociales eran ondas expansivas, de un extremo al otro. ¿De verdad era eso? La acción criminal, de un perturbado ¿representa a un colectivo, religioso o social? ¿Quién envenena el corazón?

2) Asia Bibi: una víctima y un ejemplo.

Los lectores saben algo de la «denuncia falsa», en el caso de los varones a quienes encarcelan -por la simple denuncia-, la repercusión en sus hijos a quienes no pueden acercarse o les impiden verles. Les privan de su cariño, -la condena más injusta y penosa-.

Pues bien, Asia Bibi es, la víctima más célebre de la llamada «ley musulmana de la blasfemia». Por ese supuesto delito de blasfemia, fue encarcelada y en 2010 fue condenada a muerte, en Pakistán, por una denuncia falsa. ¿Alguna feminista europea movió por esta mujer un dedo o enarboló una pancarta en su defensa?

Ella, de familia pobre, con 2 hijas, a 40 kilómetros de Lahore, decidió ir a trabajar al campo, para ayudar a su familia. Un día, tras una jornada agotadora, «bebió agua de la misma vasija que sus compañeras musulmanas, algo que los cristianos tienen prohibido en la ley islámica. Como reparación, sus amigas pidieron a Asia que se convirtiera al islam, algo que ella rechazó de plano. Las musulmanas narraron lo sucedido en el pueblo, y el imán, esposo de una de las jornaleras, denunció ante las autoridades a la cristiana por «insultos al profeta Mahoma».

Una cosa es beber agua, que era cierto, pero no el supuesto insulto por blasfemia. ¡Denuncia falsa y sin  pruebas! Pero el fanatismo es terrible. El delito de «blasfemia» está castigado con la pena de horca.

El gobernador musulmán de Punjab, SalmanTaseer, salió en su defensa, y el ministro de Minorías, único miembro cristiano del gobierno paquistaní, también salió en su defensa, y… fueron asesinados por fanáticos islamistas.

Por falta de pruebas contra la acusada, el Supremo dictó sentencia absolutoria contra ella, pero los líderes islamistas y los exaltados fundamentalistas siguieron pidiendo  que Asia fuera colgada. Por ello, Asia Bibi,  mientras se decidía el Recurso entre la horca o la absolución, siguió en la cárcel. Ha pasado allí casi 9 años.

Gracias a una funcionaria cristiana, aprendió a leer. Pasó momentos  muy duros en la cárcel, tanto por las condiciones, como por la debilidad física y el alejamiento de sus familia. Si bien, quienes la podían visitar, dicen que tenía paz y siempre estuvo dispuesta a dar la vida, por su fe.

Durante ese tiempo ha sido un icono de la lucha por la libertad religiosa y, en gran medida también de la persecución de los cristianos, que no ha cesado.

Algunas organizaciones humanitarias y cristianas como CitizenGO y MasLibres.org, en contacto con su marido y sus hijas, movieron instancias diplomáticas a todos los niveles, para presionar al gobierno paquistaní para su liberación. Protagonizaron concentraciones ante las Embajadas de Pakistán. Y, para difundir su caso, como mujer injustamente denunciada y condenada, invitaron a su familia a diversos países  y medios europeos y americanos.

Pero, incluso la libertad es un riesgo, donde los derechos fundamentales están en entredicho. Había que encontrar un país dispuesto a acogerla, pues dejarla en libertad en un clima de tanta excitación fanática, era un riesgo para su vida y la de su familia, como sucedió con el gobernador y el Ministro de las Minorías, que intentaron defenderla.

Finalmente, las gestiones fueron eficaces y Canadá ofreció asilo a su marido, sus hijas y su abogado Joseph Nadaeem , «que estuvo cuidando de la familia desde la condena a muerte y  que también había recibido amenazas de muerte». La prudencia de unos y otros, impuso silencio.

Por eso, cuando la respuesta absolutoria de blasfemia llegó el pasado mes de octubre, el gobierno de Paquistán tenía que dar pasos con cautela. Según ha podido saberse: primero, en el mes de enero el Supremo paquistaní rechazó la apelación contra su absolución; después, «el Gobierno ha dicho que tuvieron que gestionar algunos asuntos internos con los partidos religiosos y otras partes, así que le tomó bastante tiempo abandonar el país». Hay que tener en cuenta, que cuando transcendió la respuesta absolutoria del Supremo, en noviembre, las protestas de los islamistas radicales, crearon un caos durante tres días en varias ciudades del país.

Felizmente, el 8 de mayo 2019, Asia Bibi, con casi  50 años, ya está en Canadá. La CNN difundió la noticia de su liberación. Una persona cercana al Ministerio de Exteriores añadía: «Asia Bibi ha salido del país. Es una persona libre y viaja por voluntad propia».

Desde España, I. Arsuaga, una de las personas que más se implicó en su liberación, concluía:  «La salida de Asia Bibi de Pakistán nos anima a seguir trabajando por la libertad religiosa y los derechos fundamentales de los cristianos perseguidos, que sigue siendo el grupo religioso del mundo más acosado por los radicales».

3) Lo que en los hechos, tomando distancia, puedo resaltar.

Es la verdad la que nos hace libres y da sentido a la vida. Como dije al principio, cuando uno no se rinde, todo ayuda para vencer. Triunfamos sobre nosotros mismos cuando somos conscientes de que somos seres libres, estemos donde estemos sin caer en juicios,  ni odios,  ni venganzas, ni  extremismos.

Aprender a convivir, respetar a los demás y su evolución, descubrir lo que somos y desarrollar nuestras capacidades para transformarnos y transformar el mundo, es tarea de todos y está al alcance de todos. Todos tenemos derecho a estar aquí.

Nadie es más que nadie, pero tampoco menos. El Universo y el Mundo, los seres vivos de cualquier especie, también la humana, en sus distintas dimensiones, tienen que potenciar  lo que les une.

Defender a quien es injustamente atacado está bien. No tener que defenderlo sería mejor.

Creyentes y no creyentes (o ateos) tienen  mucho en común. Potenciar lo humano, puede abarcar toda la vida. Las creencias de quienes creen, no pueden ser motivo de confrontación, porque es un «contradiós»; seguro que en la espiritualidad  y en el silencio,  se pueden superar las diferencias, sin demasiados mediadores.

El pasado 25 de febrero de este año 2019, se firmó un pacto religioso histórico en Medio Oriente, concretamente en Abu Dabhi, de más de 150 líderes de todas las religiones de casi todas las razas, para instaurar  una forma de encuentro religioso global. Tal vez no sea más que un espacio de mínimos. Aunque haya sido criticado, es un paso. Ojalá se den más. Si Dios es uno y está en todos, ¿por qué dividirle y dividirnos para invocarle?

Aunque parezca una contradicción, la vida no termina con la muerte, pero la muerte sí termina con la vida humana.

Y finalmente, conviene recordar que según todas las tradiciones religiosas: existe el karma; «una energía trascendente que se genera a partir de los actos de las personas. Es conocido como un espíritu de justicia y/o equilibrio».

Estamos aquí para recordar y ayudar, no para  buscar o eliminar posibles enemigos.

BELMONTE
BELMONTE
Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CíViCa