Se equivocó, pero se rindió a la evidencia

No podemos seguir haciendo como si el feto fuese invisible», admite la líder abortista Frances Kissling
24/02/2011
COSMOGONÍA TEOLÓGICA-NATURAL. III MILENIO… (2)
25/02/2011

Por José Manuel Belmonte (Dr en Ciencias Humanas por la Universidad de Strasbourg, Asociado de CíViCa). 

“Un hombre puede cometer errores, pero solo un idiota persiste en el error”, dijo Cicerón. En esta frase se puede resumir la vida de Nathansón, que acaba de morir de cáncer, el 21de febrero de 2011. Su lección debe continuar, tanto por sus sombras como por sus luces.          

Por José Manuel Belmonte (Dr en Ciencias Humanas por la Universidad de Strasbourg, Asociado de CíViCa). 

“Un hombre puede cometer errores, pero solo un idiota persiste en el error”, dijo Cicerón. En esta frase se puede resumir la vida de Nathansón, que acaba de morir de cáncer, el 21de febrero de 2011. Su lección debe continuar, tanto por sus sombras como por sus luces.          

Fue un médico, que al comenzar la segunda mitad del siglo XX tuvo errores graves. Consecuencia directa de ellos murieron muchísimos niños. Pero cuando la ciencia y la tecnología progresaron, reconoció la evidencia y cambió. ¡No fue un idiota! Luchó con todas sus fuerzas contra la vida, pero fue desarmado por la verdad. Cuando comprendió su barbaridad, cambió y se puso a defender la evidencia  y  la vida con toda su energía.

Estos dos aspectos, o estas dos etapas, pueden ser  ilustrativos y reveladores. Creo que de ellas se pueden extraer algunas enseñanzas, porque la verdad que él descubrió, está hoy al alcance de cualquiera. La ciencia ha avanzado. La tecnología importa. Sin embargo hoy, incluso con más medios,  muchos persisten en el error. Ideología e interés se empeñan en negar la evidencia. 

Nathanson estudió  medicina en la Universidad de McGill (Montreal), y en 1945 se enamoró de Ruth, una joven y guapa judía, también estudiante. Pasaban juntos algunos fines de semana. Ella quedó embarazada. Escribió a su padre contándole la situación. El doctor Joey Nathanson, también  judío, era un prestigioso médico especializado en ginecología, envió a su hijo cinco billetes de 100 dólares junto con la recomendación de que eligiese entre que ella abortara o su carrera.

"Lloramos los dos por el niño que íbamos a perder y por nuestro amor que sabíamos iba a quedar irreparablemente dañado con lo que íbamos a hacer", comenta.  La obligó a abortar.  Y añade "este fue el primero de mis 75.000 encuentros con el aborto”. A Ruth también la perdió.

Tras graduarse, pasó al Hospital de Mujeres de Nueva York. Se caso de nuevo pero se divorció  al poco tiempo. Era el tiempo de la clandestinidad, la transgresión y la lucha para implantar el “aborto libre y barato”. Esa era la obsesión izquierdista de otro médico, Larry Lader.  Fundó, en el 1969 la Liga de Acción Nacional por el Derecho al aborto.Intentó culpabilizar a la Iglesia de cada muerte por aborto clandestino, y se inventó una estadística impactante, (sin base alguna), pero a la gente le interesaba creerlo.

Ya en 1971 abrieron las primeras clínicas abortistas y comenzó a descubrir el “negocio” del aborto. Desarrollaba una actividad intensa.  Llegó a la dirección de una clínica. Confiesa que no tenía tiempo para ver a su familia. Pero era ya famoso, según confiesa “Se me conocía como el rey del aborto". Había abortado a su propio hijo. "Puesto que yo era uno de los expertos en el tema, yo mismo realizaría el aborto, le expliqué. Y así lo hice". Nathanson realizó en este periodo más de 60.000 abortos.  A finales de 1972, agotado, dimitió de su cargo en la clínica. "He abortado –según dijo- a los hijos no nacidos de amigos, colegas, conocidos e incluso profesores".

Había ganando fama y dinero. Estaba en la cumbre.

Pero la visión de un latido y de un feto fueron tan impactantes que le hicieron cambiar. Era el principio del fin de su carrera contra la vida.Dejó la clínica abortista y pasó a ser jefe de obstetricia del Hospital de St. Luke's. La nueva tecnología, el ultrasonido, hacía su aparición en el ámbito médico. El día en que Nathanson pudo observar el corazón del feto en los monitores electrónicos, comenzó a plantearse por vez primera que eslo que estaba haciendo. 

"Había llegado a la conclusión de que no había nunca razón alguna para abortar: el aborto es un crimen". Vio y cambió. Decidió reconocer su error en la revista médica The New England Journal of Medicine. 

El mundo proabortista, y muchos colegas se alarmaron y se pusieron en su contra. No hay mucha gente dispuesta a aprender de los errores ajenos. Entonces solicitó a un colega, que practicaba de 15 a 20 abortos por día que colocara un aparato de ultrasonido sobre la madre y grabara el aborto. "Lo hizo, -explica Nathandon- y, cuando vio las cintas conmigo, quedó tan afectado que ya nunca más volvió a realizar un aborto”. Este material  le sirvió para sus conferencias a favor de la vida y quedó reflejado en un libro titulado:"El grito silencioso".  

Tuvo la valentía de  contarlo en una revista médica: “El aborto debe verse como la interrupción de un proceso que de otro modo habría producido un ciudadano del mundo. Negar esta realidad es el más craso tipo de evasión moral". (Abby Jonson, “No Planificado” en 2010 dijo lo mismo). 

Pese a las reacciones en su contra, decidió no volver a practicar abortos porque había llegado a la conclusión de que el aborto es un crimen. Es más, desde 1984 comenzó un camino de apoyo “pro-vida” en todo el país. Sin embargo, no encontraba paz.. Su sinceridad era brutal. Luchaba con su pasado."Yo soy uno de los que ayudaron a traer esta era de barbarie".

Un paso importante, vino de un profesor universitario llamado Karl Stern. Según Nathanson “trasmitía una serenidad y una seguridad indefinibles…yo no sabía que tras largos años de meditación, lectura y estudio se había convertido al catolicismo”. Ello le hizo reflexionar.

El siguiente paso, tuvo lugar ya en 1989, en que asistió con otros pro-vida a una Operación Rescate, en los alrededores de una clínica abortista donde se manifestaron pacíficamente.  El ambiente de alegría y serenidad, entre manifestantes, policías, medios de comunicación le hizo pensar: ”Por primera vez en toda mi vida de adulto -dice-, empecé a considerar seriamente la noción de Dios, un Dios que había permitido que anduviera por todos los proverbiales circuitos del infierno, para enseñarme el camino de la redención y la misericordia a través de su gracia".

Ahí comenzó una travesía interior, que duró varios años y culminó en la conversión al catolicismo.  "Durante diez años, pasé por un periodo de transición".  Durante ese tiempo se debatía en una lucha interior: el peso tremendo de los abortos y la búsqueda de la luz. "Me despertaba cada día a las cuatro o cinco de la mañana, mirando a la oscuridad y esperando (pero sin rezar todavía) que se encendiera un mensaje declarándome inocente frente a un jurado invisible". Leía las Confesiones de san Agustín, cuyo tormento interior le parecía  era similar

En 1996, Nathanson escribió su autobiografía, "La mano de Dios", en la que expone su transformación y su paso de médico abortista a convencido defensor de la vida. Finalmente, el 9 de diciembre de 1996 recibió el bautismo, la comunión y la Confirmación de manos del cardenal John O´Connor, en la cripta de la catedral de San Patricio, de Nueva York.

Aquella revelación que él recibió por la tecnología de un monitor le cambió la vida. Y es que “toda verdad, la diga quien la diga, viene del Espíritu Santo”, dice Sto. Tomás de Aquino. Lila Rose, presidenta de Live Action. "El doctor Nathanson es un testimonio de la gracia de Dios, de que cualquier corazón puede transformarse en un faro de amor y verdad".

Curiosamente, los movimientos pro-vida en España abogan por que se le entregue previamente una fotografía de la ecografía a toda mujer que desee abortar. Sin embargo las autoridades políticas  no lo permiten. Lo fácil es juzgar errores. Lo difícil es reconocer los nuestros. Con los medios que hoy tenemos ¿es mejor negar la evidencia?

CíViCa
CíViCa
Ciencia | Cultura | Vida Asociación de Investigadores y Profesionales por la Vida.